Noto posarse algo en mi nariz que huele a alcohol, me empieza a molestar por lo que voy abriendo los ojos poco a poco hasta que me deslumbro con una pequeña luz que ataca mis ojos.
—Hola Adri, ¿cómo te sientes? – me pregunta el hombre que me deslumbraba con la linterna que lleva en la mano.
—¿Dónde estoy? ¿Qué me pasa? – le pregunto alterada.
—Esta en su habitación, pero soy docto, tus hermanos me llamaron porque te desmayaste y me han dicho que no comes nada desde hace días y encima ayer ingeriste una buena cantidad de alcohol.
Mientras el doctor empieza a dictarme los contras de beber de alcohol sin haber comido nada, Luca entra por la puerta junto a Nana que lleva una bandeja con comida y un bote de pastillas.
—Aquí tiene doctor, la comida que me ha dicho junto a las pastillas que me ha pedido comprar. – dice Luca. – Déjalo en la mesa Nana.
Nana se dispone a dejarlo sobre el escritorio que tengo enfrente de mi cama.
—¿Para qué son las pastillas? Estoy perfecta.
—No lo estas. – dice el doctor – con lo poco que he podido notar y los síntomas que me han contado he dado por hecho que tienes depresión y te he recetado una medicación para poder controlarla estos días duros que tienes. Se que la muerte de un familiar es muy dolorosa, pero no puedes desperdiciarte y menos con lo joven que eres. Tómate una por la mañana después de desayunar y otra antes de dormir durante al menos dos semanas, según como avances te podré decir si las puedes dejar de tomar, ¿vale?
Asiento y después se marcha, detrás de él se va Nana, pero mi hermano se queda de pie junto a la puerta mirando al suelo con las manos metidas en los bolsillos de las pantalones.
—Gracias, querido hermano, por vuestra culpa me han tenido que medicar, porque si no me llegaseis haber dicho nada no me hubiera desmayado.
—Y si no te hubieras desmayado no hubiera venido el médico y podría haber sido peor. Tienes depresión y eso es malo. – me mira con enfado.
—Quiero que me expliques todo eso de que papá era mafioso y lo quiero saber ya.
—Puf, – resopla y se sienta conmigo en la cama – pero primero come y tómate la pastilla, sino no te digo nada.
Me acerca la bandeja, cuando ve que empiezo a comer él se anima a empezar a narrar la historia.
—Papá viene de una de las familias más poderosas de Bari, es verdad que es un gran empresario, tenemos hoteles, viñedos, restaurantes y bancos, pero además tenemos una gran carga de armas, armas que distribuimos a otros países.
—Pero no entiendo nada, ¿por qué mataron a papá, a mamá y a Emiliano?
—Últimamente Emiliano estaba llevando los negocios porque papá quería retirarse y dejárselo a él, pero el tonto de Emiliano se metió con los mafiosos que no debía, se metió en la mercancía de las drogas. Y bueno perdió una mercancía muy valiosa y se vengaron teniendo tan puta mala suerte que en coche también iba nuestros padres.
—¿Y cómo sabes todo esto?
—Desde hace meses llegaban cartas con amenazas o daban algún que otro aviso. Por ejemplo, ¿te acuerdas qué hace tres meses entraron a robar? – asiento – bueno pues no se llevaron nada y dejaron una nota en la mesa de papá diciendo que si no les devolvía el dinero que atento con las consecuencias y ahí es cuando Emiliano tuvo que decirle a papá sus chanchullos con la droga.
—Tengo la sensación qué no me dices toda la verdad y quiero que me la cuentes.
Luca levanta la mirada al techo y respira profundamente, me vuelve a mirar y del bolsillo del pantalón saca un sobre, me la entrega.