Cortlandt Alley, Manhattan, 2015.
Se encontraba escondido detrás de un cubo de basura, el corazón le latía muy rápido, jadeaba cansado después de haber corrido cinco manzanas.
Alguien les había delatado.
Necesitaba encontrar a su jefe rápido o si no lo matarían.
Saca la pistola que tenía escondida en la cintura del pantalón. Asoma la cabeza, no hay moros en la costa, sale lentamente. A unos metros de él se escuchan disparos y gritos. Empieza a andar lentamente y ve que detrás de otro cubo de basura se encuentra su jefe, asustado.
—Señor, tenemos que irnos o la policía nos pillará.
—María, está... – dijo entrecortado.
—¿Dónde está?
—Está muerta. Le han disparado, se ha puesto en medio.
El hombre joven se queda mudo viendo como el otro joven se derrumba.
—De todas maneras, hay que irnos, rápido. – lo agarra del brazo y se van corriendo.
Pero, de repente, nota un fuerte pinchazo en la espalda. Se queda de piedra en el lugar, nota la sangre salir rápidamente.
Alguien le ha disparado.
Cae al suelo, cierra los ojos y solo escucha una voz.
—¡ARES!
<<Dante, te quiero hermano, nunca te olvides de mí>>.