Asustada entre tanta muchedumbre sólo podía correr, correr lejos de aquella oscuridad que me perseguía, de aquel terror sin rostro que hacía palpitar mi corazón de forma desenfrenada.
De empujón a empujón, los viandantes ralentizaban mi paso dificultando mi huida.
Sudor, temblor, frío, respiración acelerada, aquellos eran los síntomas que acrecentaban la adrenalina que circulaba por mi cuerpo, pero no era capaz de tomarles atención, estaba demasiado ocupada rezando para mis adentros un lugar lo bastante seguro para incapacitar a aquel terror.
Noto un suave roce que comienza por mis tobillos, sube por mis piernas, ingles, estómago, voy a vomitar. Sigue ascendiendo hasta mi cuello, mi cara... siento el mareo, no puedo continuar. Caígo con inercia al suelo y sólo puedo permanecer sentada, procuro relentizar mi respiración, no puedo. Mi cuerpo deja de ser mío. El terror está en mí, he perdido el control, el llanto es intenso y la gente sigue andando.
"No puedo, no puedo, no puedo..." es lo único que me viene a la mente, me hundo, no puedo más, me rindo ante tí, déjame vivir, por favor. No puedo evitar dejarme arrastrar por el pánico.
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Relatos de una inestable
RandomUna saga de relatos donde expondré varios sentimientos en forma de seres.