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Bakugo Katsuki miró con los ojos entornados el terreno, atravesando por las luces de sus faros en lo que sólo podía ser descrito como una pequeña ventisca.

¡Vaya mierda!

-Veo unas huellas de neumáticos desviándose a una carretera secundaria al acceso central al pueblo, lo compruebo y vuelvo - Soltó el botón del micro de la radio.

Puso la radio en su gancho y giró en la carretera. Habían seguido la pista de Shima Hiroto desde el estado de Montana, El hombre había dejado una senda de miedo y destrucción a su paso empezando por un atraco al banco en Dakota del Norte, dónde mató a cinco personas.

Desde allí subió a través de Manitoba dónde dio un golpe en una tienda hiriendo a otro civil cuando robó el vehículo. En Alberta, se llevó un Dodge Caravan, esta vez sin darse cuenta de que con él se llevó a una niña pequeña en la silla de la parte trasera.

Hiroto era un tipo bastante escurridizo, estaba utilizando la tormenta para su beneficio. Pero Katsuki estaba seguro de que estaban estrechando el cerco. Tendrían su maldito trasero en un abrir y cerrar de ojos. Con un poco de suerte, la niña del coche todavía estaría bien.

Siguió los surcos hechos en la nieve por algún vehículo antes que él. Si hubiera sabido que tendrían que tratar con la nieve, habría metido unas cadenas. La última cosa que necesitaba era quedarse atascado, especialmente si Hiroto estaba al otro lado de esas huellas.

Estaría más cómodo en mi Cherokee.

Ese cuatro por cuatro lo podía llevar a cualquier parte. Pero la urgencia de encontrar a Hiroto no les había permitido a ninguno de ellos el lujo de cambiar de vehículo. Estaba de vigilancia en uno de los coches sin marca cuando llegó el aviso. La rapidez era esencial, especialmente ahora que estaba involucrada una pequeña.

Bakugo pensó en sus sobrinos, aunque no eran sus sobrinos de sangre. Kirishima le había escogido de Padrino, de ojos brillantes y radiantes sonrisas. El pensamiento de que alguno de ellos tuviera que enfrentarse alguna vez a algo así lo asustaba a muerte. Se imagino a la pequeña llorando por sus padres, hambrienta, necesitando un cambio de pañales y totalmente confundida.

Apretó con fuerza el manubrio, pero relajo los hombros. Ahora mismo no podía permitirse el lujo de las emociones.

Sus ojos captaron un destello, la luz de sus faros rebotó en el cromo de otro coche, un familiar. El último modelo de Caravan que Hiroto había robado en Alberta. Katsuki disminuyó la velocidad, no sería bueno precipitarse sobre Hiroto.

Su radio comenzó a sonar.

-Tenemos a la niña, Esta bien. La dejó en el baño de señoras de una gasolinería.

Katsuki levantó la radio.

-Tengo el vehículo que robo frente a mis malditos ojos. -gruño en contra de la radio mientras se acercaba- Parece que ha quedado atascado.

Unas manchas rojas en la nieve frente al coche captaron su atención. El cuerpo de un hombre yacía boca arriba, unas huellas paralelas se alejaban de la escena. Katsuki puso el vehículo en punto muerto y corrió hacia el hombre. A pesar de su mirada vacía le buscó el pulso, pero nada, sacudiendo la cabeza volvió al coche.

Por lo menos la pequeña está bien

-Tengo otro cuerpo, parece que ha cambiado otra vez de vehículo. - Suspiro contra la radio- Seguiré la carretera, tal vez pueda encontrarle.

Después de dar su posición, Katsuki se despidió y siguió conduciendo. La nevada creció borrando todo rastro de huellas cuanto más avanzaba, Puso segunda y siguió adelanta a paso de tortuga.

¿Todavía estaba en la carretera o se dirigía a otro lugar?, Un leve resplandor atravesó la tormenta.

¿Hiroto?

Katsuki se detuvo a un lado de la carretera pagando las luces y espero con el arma desenfundad. El resplandor no se movió, examinó la luz y luego maldijo su propia idiotez.

Era una maldita cabaña no un coche. Y, por lo que sabía, otro lugar para un asesinato. Esta vez Katsuki tenía el elemento sorpresa de su lado.

Apagando el motor, se subió el cuello de su chaqueta y abandono la calidez del coche. La nieve lo cubrió hasta el tobillo al primer paso, no importaba, la cabaña estaba solo unos metros de distancia. Se arrastraría si con ello pensaba que atraparía el trasero de Hiroto, con el arma en mano apunto avanzando lentamente.

Katsuki exploró el perímetro mientras se iba acercando. La luz parecía que venía de una habitación de la primera planta. Las cortinas de una ventana estaban ligeramente abiertas, tendría una buena vista para evaluar primero la situación. En el porche probó su peso en el primer escalón ningún crujido traicionó su presencia, centímetro a centímetro se abrió paso hasta la ventana. Respiró profundamente y apretó la sujeción en la pistola atreviéndose a ojear dentro del inmueble.

No pudo evitar quedar boquiabierto. Un hombre estaba sentado desnudo frente al calor de una chimenea acariciaba distraídamente sus piernas pálidas; Era una imagen totalmente erótica que agradecía de poder ser testigo. El trasero respingón y su pequeña cintura le hacían ver malditamente apetecible.

Mientras ese pensamiento lascivo le cruzaba la mente, él bajo la mirada hacía su pecho y deslizando su mano perezosamente acaricio sus pezones con los delgados dedos. Sintió su pene removerse en su ropa interior, entonces el revoleo su mano en pequeños círculos hasta su entrepierna. Katsuki se tocó la erección, el empalme le duraría hasta que pudiera hacer algo con ello de una manera o de otra.

¡Joder!

Tragándose la imagen del hombre retorciéndose apasionado, gimoteando bajo él, Katsuki fue hacia la puerta. Al golpear le llego la respuesta de él.

-Voy.

Tragó de nuevo, sus pasos hacían eco en el suelo de madera. El medio rogó que respondiera a la puerta desnudo, enfundó el arma y buscó su placa identificadora.

—Yα llego.

Mantenlo en el plano profesional, Katsuki.

El cerrojo se descorrió, segundos después la puerta se abrió con una lentitud que cortaba las cuerdas de paciencia de Katsuki. Una delicada bata azul de seda ocultaba el cuerpo.

-Detective Bakugo Katsuki, señor. Policía de Canadá -Hablo intentando parecer no perturbado por la silueta del hombre- Estamos buscando a alguien que podría representar una amenaza para usted.

-Bien entre, detective. Parece totalmente empapado y seguramente podría evitar coger un resfriado. -Su voz sensual le provocó un hormigueo en la columna, su pene latió como muestra de agradecimiento – También está mojado, quítese el abrigo y....quédese un rato.

Tío, él era caliente.

Él le agarro su chaqueta y se lo sacó de los hombros mientras él cruzaba el umbral.

-Tengo té caliente en el fuego, sírvase usted mismo.

Le ofreció una media sonrisa mientras colgaba la prenda en el perchero al lado de la puerta.

-Veo que viene completamente armado -Le pasó los dedos sobre la camisa hacía la funda de su pistola.

El instinto le hizo agarrar el arma.

-Un oficial de policía siempre va armado, señor.

-Armado y a punto, justo del modo que me gusta -Señalo con el brazo hacia el sofá color verde militar frente al fuego.

¿Estaba él insinuando un pequeño coqueteo?

Tío, si no estuviera de servicio estaría más que dispuesto.

Katsuki no podía pensar en nada mejor que pasar una noche de tormenta conlos muslos pálidos de ese chico rodeando su cadera.

Joder sí





¡Muchas gracias por leer!

Profesor Todoroki [BakuTodo]  ✔Completada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora