Los "padres" - 6

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VOZ/ Ana Toira

Vendetta se estaba quedando a dormir con nosotros, el aire se sentía bastante bien a comparación de afuera, aunque lo único que podía captar mi atención en ese momento era ver a ese tartamudo amoroso dormido, quizás imaginando nuestros hijos corriendo por el jardín con un cerdito color menta de mascota, aun así pude sentirme culpable y como si mi propia yo del pasado pusiera encima de mi alma unas pesadas piletas de agua bendecida, la culpa reemplazaba el plomo y me hacía caminar encorvada por toda la casa, como un pato que suspiraba ahogado en contaminación, tos seca, estropajo, leña quemada, así de áspero, me preparaba un café en la cocina con una vagancia inmaculada que se albergaba encima de mis hombros, mis ojos permanecían fijos en el agua que apenas soltaba sus primeras burbujas desde el fondo, mis padres habían olvidado llevar la radio y ahora siempre estaba encendida, con esas personas de los comentarios innecesarios y palabras que serian paganas para la no censura de noticias fuertes, evitar que los niños las escucharan; En esta casa ya no habían niños, Manuel mi hermano era mayor que yo, y ese cilantro que a cada rato me ofrecía no me daba buena espina, Vendetta con palabras rusticas lo humillaba frente a nuestros amigos y conocidos, y jamas sentiría pena, podíamos tomarlo en broma hasta que ella no decida que va a escribir en la tumba de Manuel.

-suena el eco 80 de la radio- Yansan que piensas de ese hombre que anda suelto, es estúpido que no lo hayan atrapado aun, los policías siempre han sido unos buenos para nada

-ella me miro y en sus pupilas una extraña sombra se asomo malacarosa- que te hace pensar que es un varón, después de todo la mayoría de sus victimas son hombres, diría que es el cuervo de tu hermano pero a ese cortañero no se le puede llamar hombre
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VOZ/Narrador

Cuando la calma reinaba, la niebla dormía en la maleza y la sombra de los arboles se asemejaba a la silueta de gigantes guardianes del mundo, los oscuros pasillos de aquel lugar hacían que las piernas le temblaran, pero Pablo no estaba mentalmente saludable en ese momento, juntaba sus manos y soplaba dentro de ellas para entrar en calor, el frío que tenía en su pecho reteniendolo a bocanadas, pero sabía que su futuro dependía de ello, llegó a el comedor, una gran mesa rectangular de madera barnizada y candelabros de plata, manteles vino tinto con bordados dorados y pinturas que parecían seguirle con los ojos. El hombre permanecía de espaldas a el, con su camisa blanca y el pañuelito de seda en el cuello que le caracterizaba, podía saber que era un ambiente pesado, no había brisa, solo el calor infernal al rededor de las velas en el candelabro, a Pablo de un momento a otro le empezaban a sudar las manos, la desidia de el entorno parecía ser de un espejismo insomne de su tormento, esperaba romper el silencio a espaldas de el hombre, pero los nervios estaban tocando guitarra con sus cuerdas vocales, al fin dio media vuelta y su áspera mirada se posó en el

- no es un buen momento para que esté aquí Joven Eyeliner- dijo él con una voz gruesa como era de esperarse

- quería saber si ya ha hecho lo que le pedí- contestó Pablo con nerviosismo

- El hombre esbozo una pequeña sonrisa de medio lado, una sonrisa tan peculiar, una que podría significar la ambigüedad de sus intenciones en lo que pensaba al respecto- Algo olvidó mencionar, verdad?, joven Eyeliner- Añadió

- no entiendo a qué se refiere, le dije todo lo que sabía -

- ¿Creyó que también lo haría?, No, usted deberá lidiar con la responsabilidad, a menos que decida hacer el honor por mí - entonces a su lado derecho un pequeño coche azul parecía desierto, pero no del todo, tomó al bebé en sus manos y por un momento sabía que podría estrujar sus tiernos pulmones, al contrario de su padre, los ojitos apenas abiertos eran de color miel, como los de su madre, así, poniendo a la criatura en los brazos de Pablo continuó

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⏰ Última actualización: May 26, 2020 ⏰

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