Por esas pequeñas almas sin consuelo,
Que sueñan en grande pero matan su vuelo,
Por esas grandes alitas de anhelos sin dirección
Que esperan la guía del cielo y su canción,
Por esas almas... vale la pena creer...
Creer en que las gallinas llegaran a volar
Y los peces fuera del agua respirar;
Por esos pequeños gigantes de hierro
Que aun admiran la belleza de la Luna
Junto a la hermosura de las estrellas en ayuna...
Por esos pequeños gigantes de hierro...
Que cuando todo ya está de cabeza,
Junto con sus sueños y metas,
Más muertos que la luz del sol al ocaso,
Levantan las manos, pero no en señal de fracaso,
Mas bien en señal de ¡Aun no muero!
¡Mi musa me espera, y por ella me entrego!