Aquel joven traído de tierras lejanas, su vida transcurría confinado a esa habitación, las cadenas continuaban dañando su fiel, extraños brebajes trastornaban su mente y su níveo cuerpo se iba tiñendo por violeta. Pronto olvidó quién era, de donde provenía, o cuántos días llevaba en tal situación, lentamente fue convirtiéndose en aquello anhelado por su dueño, se volvió un objeto sin voluntad ni emociones, cosas que poseía utilidad momentánea cuyo desecho vendría al ser considerada inservible.
Las lágrimas cesaron, en sus ojos un brillo quedó extinguido, sus azabaches cabellos se convirtieron en una melena enredada por todas partes. Nada quedaba del bello joven que alguna vez fue, ahora no era más que una sombra de quien fue, más, su propietario aún lucía encantado por continuar usándolo, continuaba manteniéndolo en dicha habitación lejos de cualquier tipo de contacto e interacción. Algunas ocasiones eran sencillos encuentros placenteros, en otras dos personas tomaban su cuerpo y en algunas perdía la cuenta de la cantidad de personas con quienes se acostaba. El joven abandonó cualquier intento por luchar o resistirse, en sus oídos se encontraban profundamente arraigados el sonar de sus grilletes, ese sonido cuya presencia día con día le hacía saber su destino.
De cuerpo quebrado, corazón encadenado y alma quebrada en pedazos, poco tardaron en acudir a afecciones silenciosas. Del placer y el deseo paso a la cólera y el maltrato, con apenas fuerzas para mover su propio cuerpo fue sacado de aquella solitaria habitación y llevado a un sitio en que más personas similares a él pasaban sus días realizando toda clase de labores pesadas. Permaneciendo con sus grilletes, fue atado a una pared, en sus manos fueron puestos extraños objetos con los cuales debería dar forma a piedras puestas frente a él. El joven de azabaches cabellos, desconociendo las palabras de quienes le parecían estar gritando, se vio recibiendo cinco latigazos los cuales, por primera en mucho tiempo, con generarle una sensación aguda de dolor.
Aun cuando su vida ya no transcurría en aquella desolada habitación, aquel joven continuaba siendo usado por aquel hombre rubio como su objeto preferido a maltratar. Sin comprender ni entender las razones tras ello, el menor pronto comenzó a vivir temiendo la venida del sol y la luna; los alimentos eran consumidos a la fuerza y el agua era consumida con miedo.
Fiebres constantes, tosidos intensos, temblores intensos, complicaciones al respirar. El joven de azabaches cabellos día con día comenzaba a deteriorarse, cada despertar se volvía más pesado, sus fuerzas apenas conseguían mantenerlo lo suficientemente despierto para realizar media jornada laboral. Sin importar los gritos, los golpes o latigazos dados, llegó el día en que finalmente su debilitado estado no conseguía fuerzas para siquiera poder moverse. Había llegado al límite de su utilidad.
Sintiendo como sus cadenas eran tiradas, se vio siendo arrastrado hasta una puerta trasera por la cual fue lanzado con gran brusquedad, hiriéndose su cabeza con una piedra. Fuertes tosidos emergían sin piedad desde su reseca garganta, un gélido viento soplaba empeorándolos. Débil, arrastró su cuerpo hasta donde las fuerzas pudieran permitírselo. Sin pronunciar palabra, pidió auxilio a la primera persona que camino por delante suya, que resultó ser un hombre mayor cuya expresión fue sumamente familiar, el de cabellos azabache conocía esa desagradable mirada, esa que parecía devorar su cuerpo con solo mirarlo. Cargado por dicha persona, fue llevado hasta una casa situada a unas cuantas calles de donde se encontraba. El mismo acto pecaminoso se cometió, quien acogió al menor hizo del cuerpo contrario su entretenimiento.
De persona en persona, de casa en casa, el joven de cabellos azabache fue pasando entre cientos de personas como si fuera un mero objeto. Nadie se preocupaba por su condición, lo degradado de su salud o el desagradable aroma que de sus manos y muñecas comenzaba a brotar, solo era usado para satisfacer deseos egoístas. Un simple objeto traído de algún lugar, vendido, tirado y reusado hasta donde su cuerpo pudiera resistirlo.
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Bara no Namida (YAOI)
RomanceLas llamas habían consumido su hogar, el pequeño pueblo que alguna vez existió fue reducido a poco menos que cenizas, sobrevivientes fueron convertidos en prisioneros. Obligados a abandonar su tierra existirían para vivir como simple mercancía, cuya...