Un pequeño niño miraba por la ventana que se encontraba en su habitación. Con una sonrisa observaba como dos conejillos jugaban entre ellos, uno era de un hermoso y pulcro color blanco, mientras que el otro era de tonalidades grises. El pequeño niño estaba maravillado con el saltar de los conejillos, por momentos se daban vueltas por el suelo y uno aplastaba al otro metiendo de forma tierna su cabeza en el cuello del que yacía sobre el suelo.
De pronto, una bonita mujer irrumpió en la habitación del pequeño niño, haciendo que este se volteara rápidamente en su dirección y al notar quien era, se sintió aún más alegre. Con una dulce sonrisa, la mujer dijo. -Adán, está lista la cena, tu padre llegará en cualquier momento así que baja para esperarlo en la mesa-. El pequeño niño asintió, amaba tanto a esa bonita mujer, no podía imaginarse sin ella, no era su madre biológica y él tampoco la veía como a una madre, quizás era mucho más que eso; una protectora, una luz, esperanza, salvación. Después de que su padre asesinara a su madre, sólo tenía a esa hermosa mujer.
Mientras bajaba las escaleras, escuchó la puerta principal abrirse y apresuró su paso, ya que a su padre le molestaba que no estuviesen todos en la mesa esperándolo cuando él llega. Por suerte, su padre fue directo al baño y el niño se sentó corriendo en la mesa.
La hermosa mujer estaba sirviendo los platos y en cuanto se sentó, el pequeño niño puedo percatarse de que por la ventana podían verse los adorables conejillos, eso fue muy de su agrado, ya que tendría algo en lo que entretenerse mientras cenaban.
-¡¿QUÉ ES ESE OLOR DE MIERDA, DE NUEVO HICISTE CALDO DE POLLO?!-. El pequeño niño tapó sus oídos ante el potente grito de su padre, sabía que lo que venía no era bueno y justo cuando cerró sus ojos, escuchó la fuerte bofetada que su padre le dio a la hermosa mujer. -¿¡A CASO SOY UN ANIMAL QUE ME DAS SIEMPRE LO MISMO?!-. El niño centró su mirada en la ventana, tratando de concentrarse en los conejos, porque si su padre lo veía con los ojos cerrados o los oídos tapados se molestaría más.
El fornido hombre tiro del pelo de la hermosa mujer, mientras ella suplicaba que le soltara, la lanzo al suelo con tanta fuerza que le la mujer golpeo su cabeza y comenzó a sangrar. -No tenía nada más para preparar, no me haz traído nada en dos semanas, por favor para, no hagas esto delante del niño-. El hombre soltó una fuerte carcajada llena de amargura y dirigió su mirada hacia el pequeño niño, este aún miraba por la ventana sin percatarse de que su pare había puesto su atención en él. -¡¿QUÉ MIRAS TANTO CHICO?!-. El pequeño pegó un respingo en su asiento y miró con horror como su padre iba a paso rápido en su dirección, el hombre tomó el pelo del niño y movió su cabeza hacia la venta mirando junto a él. -Oh... muy bien muchacho-. Dijo bruscamente la espalda del niño. -Eres muy astuto, haré lo que me pides-. Dijo el hombre con una sonrisa, tomó al pequeño niño del brazo y lo levantó de un tirón.
El niño estaba siendo arrastrado por el hombre fuera de la casa y cuando salieron, el niño descubrió lo que quería hacer su padre. El hombre se acercó a los conejillos sigilosamente y tomó de una de las patas al conejillo plomo y cuando el blanco estaba a punto de escapar, le enterró un cuchillo en la cabeza.
El pequeño niño tapó su boca para ahogar el sollozo que soltó, vio como e hermoso pelaje blanco del conejillo se llenaba de sangre, "¿Por qué tenía que hacer eso su padre? ellos no le habían hecho nada a él, estaban tan felices jugando libremente" fue lo que pensó el pequeño niño.
Su padre se volteó y cuando vio lágrimas en los ojos de su hijo, camino hacia él mientras cargaba a los conejillos en sus manos y se los tiró a la cara. -Llévalos a donde la perra de Marge, maricon-. Dijo el hombre. El pequeño niño tomó los conejillos y aguantando el llanto dio media vuelta. -Ah, y después de cenar ve directo a mi pieza, te mostraré cuales son las cosas por las que realmente debes llorar-. Dijo el hombre con voz neutra.
Al día siguiente, el pequeño niño de 6 años amaneció con horribles dolores por todo su cuerpo, en especial su espalda y trasero.