Julia me miraba petrificada, su cuerpo temblaba de pies a cabeza y parecía que sus mejillas explotarían en cualquier momento y todo el color rojo en ellas se deslizaría por su pecho como sangre; una reacción bastante exagerada a mi parecer. Mantuvo su mirada en el suelo todo el tiempo.
-Hey, ¿Estás bien?-. Toqué su hombro con delicadeza.
-No-. Dijo en un susurro casi inaudible, aún mirando el suelo.
-Perdón por haber hecho eso-. baje mi cabeza para que creyera que me sentía avergonzada.
-¿Por qué lo hiciste?-. Levantó su mirada, pero cuando la mire a los ojos, su mirada descendió a mis labios. Me dieron ganas de reír, esto no se me podía estar haciendo más fácil.
-Porque tus labios son bonitos y quería besarte de nuevo-. Dije mientras la miraba directo a los ojos. ella tragó grueso, me miró nuevamente a los ojos, se tomó un tiempo y se fue corriendo, no me sorprendió su actitud conociendo lo tímida que es.
Entre al baño y cuando vi que estaba vacío, comencé a reír. Era divertido ver lo ingenua que era Julia, me reía porque iba a tener que meterla en mi mierda, reía porque realmente no quería hacerle daño a ella ni a nadie más, pero, ¿No sería muy aburrida una vida llena de felicidad y bondad? hacer estas cosa es lo único que me llena y este no es un jodido cuento de hadas.
No existen las hadas, y sus cuentos tampoco.
Llegué a la clase de matemáticas y me senté en los primeros asientos, ahí podía escuchar mejor a la profesora y no tenía que fijarme en las miradas de las personas, ya que todos estaban a mis espaldas.
Al terminar la clase, iba saliendo de las últimas cuando la profesora me detuvo en la puerta con un llamado.
-Señorita, Geller-. Dijo la profesora Clarise, mientras revisaba unos papeles, es la profesora de matemáticas, una mujer demasiado seria y callada, una mujer de la que no debería preocuparme.
-Si profesora, ¿Necesita que le ayude en algo?-. le mostré la mejor de mis sonrisas.
-No, solo quería felicitarla por la calificación que obtuvo en el examen. Fue la única en sacar puntaje perfecto-. Dijo mirandome con los anteojos colgando de la punta de su nariz y después me hizo un mohín dando a entender que eso era todo.
-Gracias profesora, Clarise-.
Calificación "perfecta", cuando decían esa palabra hablando sobre mí o de mis cosas me hacia sentir llena, toda mi vida me he esforzado por ser perfecta y hace dos años que a menudo me venían diciendo que lo era, siempre mi madre me repetía que debía ser perfecta, cuando era pequeña no entendía muy bien ese termino y mi mamá se encargó de hacerme memorizar muy bien en lo que consiste serlo, para la sociedad, claro. cada vez que cometía un error frente a los demás se aseguraba de corregirmelo al llegar a casa; me arrastraba por el suelo del pelo mientras gritaba lo que realmente debería de haber hecho "las niñas no deben sentarse con las piernas abiertas" ese fue el primer error por el que me golpeo, yo tenía 6 años "supieras como tu novio me abre las piernas cuando te vas de viaje". La odioba, por culpa de ella hice tantas cosas que no debería haber hecho, si ella se hubiera preocupado más no hubiese tenido que matar a su novio por abusar de mí.
Salí de la sala de clases y busqué a Julia con la mirada, pero después de siete minutos seguía sin dar con ella.
A lo lejos pude distinguir un rostro conocido, Marcus, el mejor amigo de Julia. Es un chico bastante tímido, es casi igual a su amiga.
-Marcus-. Dije mientras tomaba su brazo.-¿Sabés dónde está, Julia?
Inmediatamente respondió.-Se fue a casa a penas tocaron el timbre-.