La lealtad de un lobo.

2.2K 286 152
                                    

Este final empieza desde el capítulo 14.


La lealtad del lobo


Día 1


Rubius
Uñas rasguñaban la madera, intercalándose entre la misma y el eco al estar rascando la pared.

Sonidos tan insistentes que le hicieron despertar. ¿Qué hora era? Tallándose los ojos se levantó, pues sabía la razón de porque insistían tanto los canes en el otro cuarto, solo querían ir a orinar.

Salió de la habitación, dejando la puerta descuidadamente abierta, mientras que a pasos pesados, les abría la puerta al trío de lobos que salieron con prisa hasta las escaleras de bajada.

-Esperen niños, esperen a este hombrico con sueño- bostezó aflojerado mientras bajaba las escaleras, permitiéndoles la salida cuando llegaron a la entrada principal. Cada uno corrió a un árbol e hicieron sus necesidades, algo alejados, pues querían privacidad del hombre con gorro de piel de oso quien pudo toparse con algunos de sus compañeros que entraban a la posada, igual o más cansados que ellos.

-Chavales, ¿Qué tal la noche?- algunos le miraron con el ceño fruncido y ofendidos, como si hubiese ofendido a su madre, Luzu hasta le había dado un empujón -O-oye, ¿Qué les pasa?- todos entraron sin dirigirle la palabra, a excepción de Fargan.

-Tío, fue una larga noche, mañana te contaremos, todos estamos muy cansados- le había dicho el policía antes de entrar al edificio y a lo lejos, podía ver como las luces de la comisaría también se encendían, al parecer le tocaba turno a Alexby.

Se quedo un poco más afuera, viendo a los caninos juguetear un poco y cuando quiso seguir durmiendo, les silbo, para llamarles la atención.

-Es hora de dormir, entrad- los pequeños peludos respondieron al llamado regresando y sentándose en la entrada principal, esperando a que les abriesen -Hombre, pero si el calvo tóxico les tiene bien entrenados- conversó un poco con los lobos, quienes recibieron su sonrisa con ladridos.

Y al momento de abrir la puerta, un pollo saltó a sus brazos, aleteando sus alas y sacándole un susto.

-¿Frederick? ¿Qué haces aquí abajo?- y pudo ver bajo sus pies, como salía Luisito hacía la calle -¡Eh! ¿A dónde vas? Que tu cama esta acá arriba- corrió hacía adentro, metiendo al pollo y cerrando la puerta, pues no quería que se volviese a salir. Cerró también la puerta de los perros y con prisa, salió de la posada para encontrar al escurridizo pingüino.

Después de recorrer un poco el pueblo mientras gritaba su nombre, pudo encontrarlo siendo cargado por los brazos de un hombre trajeado.

-Buenas noches, buen hombre- le saludo amable, después de todo, había atrapado a su pingüino fugitivo.

-Buenas noches, señor- le extendió su mano para saludarle, tomándola inmediatamente para corresponder.

-Muchas gracias por atrapar al pingüino, es de un amigo que me lo dejó a cargo- tomó al ave de los brazos del otro, quien aleteaba un poco para acomodarse del agarre.

-¿Porqué te dejarían a Luisito? ¿Sucedió algo?- ¿Cómo conocía a Luisito? ¿Sería amigo de Auron y nadie lo sabía? Pues nunca había escuchado ese tipo de rumores.

Incendio // Karmaland 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora