La oveja vestida de lobo.

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•Advertencia• Escenas violentas, se recomienda discreción.

Auron
Estaba cansado.

Desde que se había despertado en esa oscura y húmeda habitación en ese sótano, había estado algo desorbitado y con demasiado estrés emocional.

Después de todo, en tan pocas horas había sufrido tantos acontecimientos que estaba llegando a su límite.

Llevaba más de dos días sin comer, pues la mayor parte de las horas las había pasado inconsciente o delirando, y al parecer, su captor no tenía intención de satisfacer su hambre o atenderle como el huésped que era.

Al principio, ese era el menor de sus problemas, pues las múltiples quemaduras, el picor en su garganta por haber inhalado tanto humo y el intento de asfixia que le habían dado más temprano ese día no le dejaban concentrarse en su supervivencia, principalmente, la necesidad de escapar. Quería ser libre, pero no tenía la fuerza suficiente para hacerlo.

No tenía la menor idea de como iría a salir de ahí, y francamente, sabía que la opción más probable, sería como un cadáver, pues las paredes que le mantenían cautivo eran bloques que, a puño limpió, jamás podría quitar y peor aún, no tenía la estabilidad física necesaria ni siquiera para intentarlo.

En cuanto menos lo pensó, los pocos rayos del sol que podían verse desde la escotilla ya se habían desvanecido.

Su estómago rugía, exigiendo alimento para poder recomponer lo que había perdido. Sin embargo, sería imposible, pues la única fuente vital, solo le proporcionaba agua.

Al menos no moriría por deshidratación.

Finalmente su cuerpo, como método de ahorro en reservas, le hacía dormir mucho más de lo habitual, hasta que no tenía más opciones que levantarse a mover un poco los músculos, sintiendo como su propio sistema se digería a su mismo, en busca de mantenerle con vida.

Y para colmo, esos momentos en que se la pasaba despierto, sólo quería llorar de desesperación o partirle el morro al guarro de Mangel, ¿Porqué cojones le había encerrado ahí? ¿Porqué no bajaba a explicarle al menos que había hecho para merecer aquello?, Su único método de confort ante la penumbra que eran sus horas, era golpear la pared, intentando hacer una salida, pero todo esfuerzo qué hacía, era inútil

Pero a sabiendas de eso, continuaba intentando, aún no quería darse por vencido.

La sensación de la muerte le comenzaba a asecharle.

Miró la puerta por milésima vez, con la esperanza de ver algún rostro conocido que haya ido en su rescate.

Pero no había nadie.

Llegó a un punto de ansia que le volvió loco, provocando que partiese ese espejo sobre el lavamanos, que con anterioridad, al mostrar su reflejo le recordaba lo miserable que era.

Quería morir.

No podía soportar más dicho confinamiento, que le asfixiaba y no le dejaba descansar de su sufrimiento.

Soportó el agudo dolor de su brazo conforme pasaba el cristal.

Y aunque la sangre salía por montones de sus arterias, comprendió al escuchar los pasos de Mangel apresurados que había sido un gran fallo, pues solo fue un avistamiento para que esté bajará a revisarle.

Fue curado, a pesar de que su cuerpo estaba a punto de desfallecer, su querido amigo no le dejaba partir, no sin antes hacerle ver que su situación, podía empeorar con creces.

Aún podía sentir el toque de las manos ajenas por todo su cuerpo, quemando sus sentidos, haciéndole sentir peor que las verdaderas quemaduras.

Mangel se había ido hace unas horas, dejándole solo con la sustancia viscosa cubriendo su piel y manchando las sábanas.

Incendio // Karmaland 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora