Cogí mi bolso y las llaves. Antes de salir me di una última mirada al espejo. Me di tiempo a mi misma para analizarme. Me di cuenta de lo mucho que cambié a través de los años. Ahora mismo, mi pelo blanco y liso, me llegaba por media espalda. En cambio, cuando era pequeña, siempre lo llevaba corto e irregular. Mis ojos plateados ahora brillaban con mucha mucha mas fuerza, como nunca antes lo habían hecho. Mi nariz pequeña decían que hacía que pareciese un niña. Mis labios rosados, que no eran ni carnosos ni finos, eran la única cosa que daba un poco de color a mi rostro. Mi tez clara dejaba resaltar mi marca de nacimiento, la cual se situaba justo debajo de mi clavícula. Tenía una forma rara, parecía como si fuera un símbolo extraño que fue grabado a fuego en mi piel. Al instante pensé que debía dejar de leer tantos libros de fantasía, estaba empezando a perder mi percepción de la realidad. Me convencí a mi misma de que solo era una mancha mas oscura que el resto de mi piel. Por si fuera poco, había ganado altura, y mi cuerpo por fin se había desarrollado, aun que fuera tan solo un poco. Me di cuenta que hace tiempo dejé de ser la niña que solía ser, para dar paso a la joven de 19 años que era ahora. Sonreí ligeramente al notar el colgante que siempre llevaba desde que tengo memoria. Nunca me lo he quitado, como se lo prometí. Era una hermosa piedra lunar. Llevaba una sudadera azul que me iba gigante con unos leggins negros debajo. Hoy hacía frío y debía abrigarme si no quería pescar un resfriado. Me puse un gorro de lana y mis botas antes de salir por la puerta. No se por qué, tenía la sensación de que hoy sería un día importante.
Conducí mi coche hasta lo mas adentro que podía del bosque. Hoy necesitaba descansar y despejarme, así que fuí al sitio donde siempre iba en días como este. No se porqué, siempre me sentía mejor ahí, como si estuviese en paz conmigo misma. Mientras me orientaba a pie por el bosque, disfrutaba la naturaleza con todos mis sentidos. El olor de las flores mezclado con el olor de las bayas y la tierra mojada es el mejor olor que podrás imaginar. El cantar de los pájaros y los sonidos provenientes de las hojas sacudiéndose al tener contacto con los animales salvajes era sumamente relajante. El tacto de las hojas que rozaban mi cara mientras me hacían cosquillas hacía parecer que me saludaban. La explosión de colores que podía visualizar y que era extrañamente armoniosa, era realmente placentera a la vista; junto al exquisito sabor de las pocas bayas que recolectaba por el camino y las cuales sabía que no eran venenosas.
Pronto pude divisar mi destino, el claro. Desde aquí oía el sonido del agua de la pequeña cascada cayendo al lago. Pero al llegar, algo llamó mi antención, una joven la cual estaba de pié en el centro. Era raro, por que, hasta donde yo sabía, nadie a parte de mi, tenía conocimiento sobre la existencia de este lugar. O por lo menos eso era lo que yo creía...
La chica era un palmo mas alta que yo. Tenía el pelo negro y ligeramente ondulado y era un poco mas largo que el mío; lo único que ella lo tenía recogido en una semi- moño con el resto de pelo suelto. No le pude ver la cara ya que estaba de espaldas. Llevaba una chaqueta de aviador y unos vaqueros negros con unas deportivas altas. Murmuraba algo en un idioma extraño, casi diría que antiguo. Parecía como si fuera un cántico. No se porqué, me sonaba familiar, pero no pude recordar de que, era como un recuerdo lejano que me forzaron a olvidar. Por mas que me esforzaba, no lo podía ubicar.
Decidí ignorarla y me encaminé a la orilla del pequeño lago que había en el claro. No logré llegar a mi objetivo. Antes de eso, me tropecé y caí justo cuando pasaba al lado de la chica rara. Nop, no fue como en los típicos libros románticos donde me caigo encima de ella y nos besamos por accidente. Eso no pasó, simplemente ella se apartó y me caí al suelo de cara. Creo que esto me dejará un chichón... De repente noté como una pequeña descarga eléctrica me recorrió el cuerpo junto a una luz que casi me deja ciega. Espera... ¿Eso ha sido un rayo cayéndome encima? Sip, el trueno ensordecedor que acompañó a la luz intensa me lo confirmó. Pero... Me encuentro sorprendentemente bien para alguien a quien le acaba de caer un rayo. ¿Eso es normal? No lo sé, nunca me había caído un rayo antes para compararlo, pero... Definitivamente no creo que esto sea normal. De repente, una voz potente y un poco arisca me sacó de mi ensoñación.
ESTÁS LEYENDO
Valor - Los 7 Tatuajes I
AdventureUna leyenda. Dos chicas. Y un tropiezo. Así es como empezó todo. [Primer libro de la saga Los 7 Tatuajes]