Capítulo 2

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Estaba intentando dormir en el pequeño cuarto a las afueras de Moscú , cuando la voz de ese hombre me interrumpió, jamás podría olvidar lo que genera en mí . su respiración pesada hacia el frío ambiente algo aún más aterrador. su simple ritmo cardíaco me aterraba.

escuche sus pasos hasta la puerta

-tengo otro objetivo- dijo con una normalidad inquietante

-¿otro?- respondí- pero acabo de llegar a esta ciudad

-no protestes, obedece - dijo con un tono autoritario

me entregó unas fotos había un hombre, con cabello rubio y ojos grises me daban el aire de alguna persona buena

-¿por qué este hombre, que pudo haber hecho para merecer estar en esta lista?

-deja de cuestionar las órdenes y ponte a trabajar.

mire la ventana, nevaba más de lo usual, para cuando voltee la corpulenta figura se había esfumado. la presencia o no de mi mediador con el supremo ya no importaba en lo más mínimo, solo había una cosa en mi mente: Ágata

hacía meses no sabía nada ella, ¿como estaría? su enfermedad era difícil, lo sabía, y que sus padres se opusieron a lo nuestro hacia todo peor.

me he torturado la mente pensando en sus ojos oscuros, tenía una mirada llena de dolor, cada momento que pasamos hizo que sus ojos se llenaran mas de amor. Pasé tanto tiempo haciéndola sentir bien, que olvidé qué tenía que dejarla ser feliz.

incluso con el dolor que me daba el no poder estar con ella tenía que salir de ahí, lo mas pronto posible, si este hombre había podido encontrarme significa que otras personas también, solo podía esperar que tuviera el tiempo para escapar, me levanté, tomé mi abrigo, dejé unos cuantos rublos sobre la mesa a modo de propina, me despedí de la recepcionista lo más amable que pude para no levantar sospechas y salí.

después de todo, ya tenía un objetivo, el tercero de este mes y ya no tenía tal aversión a matar como al principio, no lo disfrutaba en lo más mínimo pero ya no me molestaba tanto el hacerlo, solo era un trabajo más, y quien sabe. al principio de mi carrera salve muchas vidas, tal vez solo saldaba cuentas con la muerte.

salí del hotel, tome un taxi, y le entregué el papel que tenia la dirección. estuve en el auto, alrededor de cuarenta minutos.

-Es turista, ¿verdad?- dijo el hombre, con mucha cortesía

-Sí, suelo venir, tengo un familiar aquí, iré a visitarlo, esa es su dirección.

-Que bonito, espero tenga suerte, serán mil rublos- le entregué el dinero, tomé mi bolso y la jeringa, la escondí bien y salí del auto.

la casa se veía algo deteriorada por el paso de los años, supongo que era alguna casa de aristócratas tenía acabados y estructuras bastante hermosas.

abrió la puerta el hombre de la foto, su tez blanca, y sus ojos grises hicieron que tuviera un escalofrío de solo pensar en cómo lo asesinarlo.

abrí mi gabardina, la minifalda que llevaba llamaba mucho la atención

-¿Quien eres?- su mirada confundida me revolvió el estómago, será difícil acostumbrarme a esto.

-Nos conocimos en el bar hace unos días, ¿lo olvidaste?-

Había duda en su rostro, pude verla, no podía dejar que me evadiera, necesito terminar eso

-Creo que estabas muy ebrio esa noche, ¿Qué te parece si entramos y la pasamos bien?- dije mientras me acercaba a jugar con los botones de su camisa. bajó su mirada a mi rostro, estaba dudoso, realmente no he podido convencerlo.

abrí un poco más el abrigo y dejé ver el pronunciado escote, sonrió.

creo que con eso será suficiente. esto saldrá bien

por dentro la casa era un desastre, los sillones desprendían un olor desgastante, y la presentación del dueño no era para menos, había asesinado a todo tipo de personas, grandes empresarios, políticos, gente de todas las clases sociales, pero nunca alguien así.

-¿Quieres un trago?- mientras abría la alacena. como si esperara que mi respuesta fuera positiva

-ponte cómodo, los preparo yo- dije con una amplia sonrisa, guiñó su ojo, y se recostó en el sofá.

saquè el polvo blanco de mi bolsillo, coloque un poco, y le entregué la bebida

-vamos, toma todo, te va a gustar.- dije mientras le sonreía, bebió bebió la copa entera. al cabo de diez minutos de miradas, coqueteo y risas estaba dormido en el sillón, era mi oportunidad.

abrí su camisa, y bajé su pantalón para que pensara que tuvimos sexo, acomode su cuello sobre mis piernas, puse la jeringa a 1 cm completamente vacía, localice la yugular, y enterré la aguja, empuje poco a poco, hasta crear la burbuja perfecta. en unas cuantas horas, este hombre será historia.

Pero, ¿Qué pudo haber hecho para merecer tal destino? Si yo era quien se encargaba de hacer justicia, ¿Cuál había sido su pecado? Era hora de buscar respuestas, intenté encontrar algo en el armario, ropa común, habían vestidos de mujer, tal vez adinerada, en el fondo había una insignia del ejercito honorable, tal vez la de un capitán, desde la gran revolución no había visto una. Debía ser una pista.

Seguí buscando, hasta que ocurrió. 

Quod Corde AmissWhere stories live. Discover now