Oración del atardecer

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Como un ángel sentado en manos de un barbero,

vivo, alzando la jarra de profundos gallones,

combados hipogastrio y cuello, con mi pipa,

bajo un henchido viento de leves veladuras.

Como excrementos cálidos de viejos palomares

mil Sueños me producen suaves quemazones

y mi corazón, triste, se parece a la albura

que ensangrientan los oros ocres que el árbol llora.

Después, tras engullirme mis Sueños con cuidado,

me vuelvo y, tras beberme treinta o cuarenta jarras,

me concentro, soltando mis premuras acérrimas:

manso como el Señor del cedro y del hisopo

meo hacia el pardo cielo, alto, alto, tan lejos...

con el consentimiento de los heliotropos.





Poesía simbolistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora