Una sonrisa vale más que mil palabras y por esto los sentimientos que surgen a nuestro alrededor sin aviso alguno son los responsables de los recuerdos que nos marcarán permanentemente en nuestra vida.
Por esto, nacen estos relatos en los que prete...
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DESTELLOS DE SAL
Me ahogo. Encuentro un vacío, el silencio más bochornoso y agotador que sume mis palabras en pequeñas burbujas que amenazan con salir a la superficie, las que antaño obligaron a mis dulces párpados a cerrarse; y es ahora cuando necesito respirar.
Entre entrecortadas respiraciones una luz envuelve mi alrededor, es tenue y se encuentra acorazada como si de un arma letal se tratase. Es esta luz la que está pero no está, la que vino y se fue, como si de una corriente marina se tratase.
Trato de respirar y así, poder ver lo que la luz quiere mostrarme. Mi cuerpo no reacciona, mi mente no me manda señales, solo estoy yo, creyendo que todo está controlado y que nada malo va a suceder; el destello que siento pero no veo crece en mi interior buscando su huésped, una energía sin precedentes me recorre la clavícula y mi oído percibe un ligero aleteo no muy lejano, que por algún extraño motivo me hace respirar paz. Pero esto solo dura unos segundos ya que un crujido ensordecedor llena el lugar donde mi corazón, ya roto, permanecía en silencio, sin ser capaz de titubear un mísero latido. Me siento extraña, no acostumbro a que esa parte de mi organismo reciba visitas.
El ruido de la puerta me alerta, una canción de mi niñez se escucha por toda la estancia, esta me teletransporta a una tarde de verano en la que yo y mi abuelo salíamos a jugar en los columpios; una vez, otra vez, así escucho la madera crujir cuando de un empujón al cielo me sentía la niña más feliz en el universo, y eso que ni siquiera sabía lo pequeña que se quedaba esa palabra en mí.
Universo, una mentira más, la cual miles de niños han estado albergando en sus mentes, juguetes, canciones... ¿Qué es el universo sin nosotros? Exacto, es naturaleza, suavidad, rebeldía, amor pero por sobre todas las cosas, es libre.
Un portazo entra en lo más profundo de mí y siento morir, los recuerdos que en mi mente afloraban empiezan a desvanecerse como el humo, cuando intento agarrarlos una voz susurra en mi cabeza “déjame entrar”; no siento miedo, si lo tuviera no me encontraría en esta situación; pero cuando no hay miedos para recordar, tus demonios sienten impotencia y caes en un vacío infinito del que ahora yo soy víctima. Si no hay miedo, no hay vida y si la hubiese sería una con falsa alegría e hipocresía, donde individuos con poder encuentran diversión en molestar a gente que a diferencia de ellos tienen la suerte de tener miedo.
Me incorporo y siento el suelo sobre el que estoy sentada frío y blando, entonces noto las lágrimas brotar de mis ojos y sin poder hacer nada me rindo a mis pecados, confiando en que mañana otro destello encontrará su camino en mi corazón; así como una mariposa se posa en una flor que, sin querer ni esperar su visita, encuentra en ella un refugio, para que sus colores no se desvanezcan en un largo y encadenado invierno.
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○El relato estáinspiradoen la foto que veis arriba :)
Espero que os haya gustado tanto como me ha gustado escribirlo a mí, que tengáis un bonito día de cuarentena y pues espero que tengáis ganas del siguiente relato que estaré publicando próximamente.