Tres

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SABER PERDONAR

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SABER PERDONAR


Tenía recuerdos nítidos sobrevolando mi cabeza, intentaban confundirme, trataban de cegar a mi sentido común que se esforzaba por hacerme ver la luz fuera de este oscuro y tétrico túnel.

Me levanté de la cama con pasos pesados, mientras con mirada sosegada observaba mi pintura favorita, El nacimiento de Venus de Botticelli, descansando en una esquina de la habitación esperando a ser colocada. Antes de poder abandonar la estancia, Lucas entró sin apartar la mirada de su teléfono y no fue hasta que tuvo que pasar por mi lado de la cama para coger un libro que había dejado la tarde anterior descuidadamente en uno de los cajones de mi mesita de noche, cuando levanto la vista para mirarme.

—¿No ibas a despertarte antes para ir visitar a tu madre? —preguntó suspirando al acabar de hablar.

Me quedé unos segundos mirando la pintura y si no hubiese sido por la mirada fría e interrogante de Lucas pensaría que nada de esto era real.

— Sí, bueno, ayer te dije que mamá tenía visita al médico, así que iré el jueves —le contesté sin levantar la mirada del suelo, cada día me costaba más repetirle lo que probablemente ya le había contado en algún momento de mi vida.

—A ver si tengo que acordarme de cada insignificante cosa que me cuentas —Noté un poco de molestia en su voz aunque él trataba de ocultarla bajo lo que él llamaba estar de buen humor.

Se fue por dónde había venido mientras lo oí resoplar, yo me acerqué a la ventana y vi como la calle empezaba a tomar vida. Los vecinos de al lado, los Pérez, despedían a sus hijos en la puerta con innumerables muestras de cariño, el Señor Pérez acarició a su mujer en el hombro y con una sonrisa volvieron a entrar. No se si sentía envidia o solo extrañeza, lo que sí sabía es que no quería apartar la mirada de esas casas iluminadas por la luz del sol y con jardines perfectamente podados. Lucas decía que un jardín bien cuidado era mucho trabajo y que de todas maneras nunca salíamos al porche, por lo que sería una pérdida de tiempo y dinero. Me encontraba tan sumida en mis pensamientos que me costó centrarme en la voz que me hablaba desde el jardín de al lado, debí haberme quedado minutos sin moverme porque la Señora Pérez se encontraba allí.

—¿Qué tal la mañana Sara? —preguntó con una sonrisa de oreja a oreja

—Bien, aquí estaba abriendo un poco las ventanas, necesito un ambiente fresco para trabajar —le contesté.

Fue extraño, me encontré a mi misma sonriéndole mientras le contaba que el trabajo en la editorial estaba siendo todo lo que alguna vez había soñado y que Lucas incluso me había premiado con una cena sorpresa, tuve la certeza que detrás de la cara sonriente con la que me miraba sabía tan bien como yo que nada de lo que salía de mi boca era verdad, aunque yo misma empezaba a creermelo.

Las cosas en el trabajo no iban bien, Mario, mi mejor amigo decía que era normal ya que no pegaba ojo en toda la noche, no entendía qué me pasaba y porque no dormía bien. Recuerdo la primera noche que empezó a pasarme, Lucas y yo habíamos discutido por enésima vez sobre Mario, decía que ningún hombre puede ser amigo de una mujer sin tener otras intenciones, yo me cansaba de repetirle que esto no era así, y su solución siempre era un portazo y desaparecer un par de horas.

Ese día volvió más temprano de lo que pensaba y yo me encontraba dispuesta a que hablasemos y lo arreglaramos, me acerque al salón donde se encontraba y antes de poder decirle nada me di cuenta del olor fuerte que desprendía, como si se hubiese caído dentro de una cubeta de vino. No era la primera vez que venía bebido, ni tampoco la segunda, lo que hacía era llevarlo a la cama e ignorar cualquier comentario que hacía sin intención alguna, o eso me explicaba a la mañana siguiente después de traerle la medicina para la resaca, pero esta vez fue distinto, me gritaba y no sabía porque, le decía que se tranquilizase, que iba a despertar a los vecinos, pero entonces se burlaba de mí y me echaba el aliento en la cara al acercarse más a mí. En ese punto pensaba que se caería al suelo desmayado de la cantidad de alcohol que parecía haber bebido, pero una parte de mí sabía que estaba demasiado lúcido.

A la mañana siguiente cuando sonó el despertador yo ya estaba despierta y a mi lado Lucas murmuraba palabras sin sentido mientras intentaba alcanzar el despertador, se acercó a mí frotándose los ojos y me susurró al oído un "perdona cariño ayer estaba muy enfadado, "¿me perdonas?", yo solo asentí sin mirarle a la cara, tenía un nudo en el estómago; tenía hambre.

—¿Qué tienes en la cara? Te he dicho un millón de veces que dejes el club de boxeo, se te da mal a juzgar por los golpes —Sentí mi cara enrojecer, fui corriendo al espejo fingiendo confusión, ha habido días peores, en unos tres días se me curarían. Tomé aire y levanté la cabeza suspirando rezando para no soltar ni una lágrima, antes de contestarle.

—Sí, debería dejarlo.

¡Hola de nuevo! La verdad es que en este relato me ha costado mucho más pensar una idea ya que tenía que estar inspirado en la fotografía de arriba, pero me he dejado llevar por lo que me transmitía la foto y esto es lo que ha salido

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¡Hola de nuevo! La verdad es que en este relato me ha costado mucho más pensar una idea ya que tenía que estar inspirado en la fotografía de arriba, pero me he dejado llevar por lo que me transmitía la foto y esto es lo que ha salido. Mi mensaje hacía esta historia es que ninguna mujer debe de ser una Laura ni ningún hombre un Lucas, si tenéis la mala suerte de encontraros a uno, no os quedéis calladas y denunciarlo, hablad. 

Me estoy pensando también si seguir este relato y hacer una historia más larga, porque creo que podría sacarle mucho jugo...

Dentro de unos días ( o antes si me da la inspiración) tendréis el siguiente relato, pero quiero dedicarle más tiempo a mi segundo proyecto, para poder traerlo lo antes posible jejeje.

P.D. Si queréis podéis seguirme en mi Instagram @impurplesea (igual que en Wattpad) ya que estoy empezando a subir reseñas de libros y en concreto en stories planeo hacerlas de historias de Wattpad; además estoy mucho más activa por allí.

Abracitos, Purple Sea

Cartas al sueño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora