bestia

8 0 0
                                    

recuerdo todo tan claramente que la herida vuelve a abrirse por sí sola, incluso si me había dicho que ya había cicatrizado con el tiempo. pero no era la herida de un querer o de extrañar; era simplemente la herida de cómo pudo cambiar tanto hasta tal punto de ser irreconocible, una herida llena de nostalgia que me envolvía con su llanto color carmín. ese sentimiento extraño, de no extrañarle, pero aún así sentir rencor o remordimientos hacia su persona, hacia lo que me hizo.

mi sentir no llevaba nada por nombre, ya que nadie más lo sentía. y si alguien lo hacía, probablemente también era incapaz de nombrarle. dichosas eran las personas que no conocían aquellas facetas de su persona, ese ser tan tóxico que la bestia albergaba en su pecho.

cómo la persona más dulce que había conocido una vez se había tornado en un mal, completamente indeseable, tan mal para cualquiera. cómo.

horrible bestia de grandes y filosos colmillos, ¿por qué esconderse en la piel de la oveja? ¿cuál era la necesidad? ¿quién eres realmente? oh, bestia, sé de la basura que alberga tu pecho, de tus mentiras y tus líos. sé todo de ti porque te conocí, sé de ti porque a pesar de negar mil veces que no eres quien fuiste alguna vez, comprendí todo de ti. bestia, bestia ¿por qué duelen, tus rasguños, tus miradas con reproche, si el que está mal aquí eres tú? con tu sola presencia, espantando gente, o a veces incluso, consiguiendo halagos.

dichosos sean quienes no te hayan conocido tanto como yo lo hice, bestia. dichosos aquellos que no saben qué es lo que tu pecho alberga. dichosos son quienes hayan sido engañados con tu piel de oveja.

oh, dichosos.

Érase una vez. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora