Amanecí con una erección, tuve unos sueños eróticos fantásticos con Aetos. Me arreglé para ir a pastorear las ovejas que no habían sido devoradas, ningún miembro del trío de idiotas me molestó, y eso era raro.
Aetos no se dejó ver en todo el día. Algo normal, creo.
Ya habiendo terminado mi trabajo me dirigía a comer, cuando un animal me agarró y me levantó del suelo.
Literalmente, estaba volando.
Yo sentí que iba a morir, vi mi vida correr ante mis ojos y en especial se repetía la escena de ayer, donde le decía a Aetos que la única forma en que creería que él es Zeus, era si un ave me llevara al Olimpo.
Lo estaba viviendo y no podía creerlo, mi cerebro procesaba lentamente la información. ¡Era mucho que digerir! ¡Nunca pensé que un dios se interesaría en mí!
Pasamos unos quince minutos planeando en el aire, la región de Frigia se veía increíblemente pequeña desde lo alto, el viento se deshizo de mi ropaje mientras ascendiamos hacía el Olimpo.
No pude contemplar en ese momento la arquitectura olímpica y divina del Palacio de los dioses, Zeus tenía prisa, todo fue tan rápido. En cuestion de segundos yo estaba en la cama sin ropa y él ya se había transformado en Aetos, adoptó la misma forma en que lo conocí.
No podía articular palabra, Zeus fue el primero en hablar, me dijo feliz cumpleaños y caí en cuenta de que ya tenía quince años.
Estaba tan feliz, tan agradecido, tan encantado por ese regalo de cumpleaños que salté directamente a sus labios.
Él era extremadamente bueno besando, su lengua dominaba sobre la mía y recorría toda mi cavidad, estaba tan agitado que me separé de él para llenar de aire mis pulmones, un hilo de saliva nos conectaba y eso me excitó aún más. Nos volvimos a besar.
Aetos/Zeus Me tumbó sobre la cama sin separarse de mi boca, mientras sus manos acariciaban todo mi cuerpo desesperadamente.
Su mano se dirigió a mi miembro ya erecto y empezó a masturbarme, mis gemidos llenaron por completo la habitación. No se en que momento mis manos desnudaron a Aetos y pude observar su cuerpo esculpido por los mismísimos dioses.
Tomó mi pene para juntarlo con el suyo y masturbar a ambos a la vez, la sensación era única y tan nueva que no aguanté y me corrí al instante.
Me colocó boca abajo en la cama y levantó mi trasero, mi entrada se humedecía cada vez que su lengua jugueteaba en ese lugar.
-Ahhh, po-por favor, méteme tu pene, mngghumm.
Él empezó a simular embestidas con su lengua y yo dejé de hablar para empezar a gemir.
Mi miembro se volvió a parar, Zeus metió un dedo en mi entrada, eso me hizo sentir incómodo, pero estaba demasiado excitado como para decirlo.
Cuando ya me había dilatado con tres de sus dedos, colocó la punta de su bien dotado pene y de una sola estocada lo metió, solté el gemido más sonoro de mi vida hasta la actualidad, transmitía el dolor y el placer que estaba sintiendo, él se quedó quieto, pero yo quería que se moviera, los gemidos no me dejaban hablar así que empecé a mover mis caderas, y él captó la señal.
Sus embestidas me hicieron sentir una bomba de sensaciones placenteras, yo frotaba mi miembro en círculos sobre una almohada mientras Zeus me penetraba ferozmente.
Los gemidos y sonidos eróticos de ambos aumentaban la temperatura del lugar, sus embestidas tocaron una zona que me hizo llegar al clímax.
En el momento exacto en que sentí la semilla divina de Aetos en mi trasero, me corrí de nuevo.
Caí exhausto sobre la cama y Zeus cayó sobre mí, besó mi nuca y yo me dormí.
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