Parte I: Asma.

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"¿Quien es esa sombra que me mantiene rehén? He estado aquí por días.
¿Quien es ese susurro que me dice que nunca saldré de aquí?"

Marzo 20, 2015. 20:31. Londres, Inglaterra.

El chico despertaba poco a poco, sintiendo incómodo el lugar donde estaba recostado. Intentó moverse, pero su cabeza chocó con algo arriba, duro y frío, lo que ocasionó que un gemido de dolor escapara de los pequeños labios. Abrió los ojos, intentando reconocer el lugar, y se sentó de golpe al notar donde estaba.

Un auto.

Él solo usaba el autobús, lo que hizo que un estremecimiento de miedo cruzara su espina dorsal. No podía ser lo que él pensaba, rogaba a todo tipo de dios que no fuera eso.

No podía estar secuestrado.

Sus manos comenzaron a temblar, y un sudor frío corrió por su nuca.

-Veo que ya despertaste, LouLou -dijo una ronca voz que congeló al instante al de baja estatura.

-¿Q-quién e-eres?

Una risa profunda se escuchó por el auto y le dieron ganas de estrangular al chico, u hombre, lo que fuera. Pero, oh oh, había un problema. Tenía las manos atadas.

-Lo diré de nuevo, ¿quién eres? -decidió preguntar con más seguridad, pero a la vez más miedo.

Pero él no respondió.

El resto del camino fue silencio absoluto, solo se escuchaban las respiraciones de ambos. Una pausada y tranquila, la otra alterada y desesperada.

Después de casi una hora de recorrido, el auto se detuvo en medio de lo que, al parecer, era un bosque. Prácticamente, en medio de la nada.

El secuestrador bajó del auto después de apagarlo, rodeó y abrió la puerta de su víctima. Al ver que éste no reaccionaba, soltó un bufido de frustración y bruscamente volvió a jalar del brazo del chico, probablemente dejando una marca rojiza, y lo bajó caminando directo a una cabaña. Abandonada.

El miedo nuevamente se apoderó del chico, pero no podía detenerse. Sabía que iba a ser un error muy grave y podría costarle la vida.

-D-déjame -suplicó una vez que fue aventado al interior de la vivienda de malas condiciones.

-Nadie te dio permiso de hablar, Tomlinson.

Hasta el momento, no sabia quien era el que lo tenía secuestrado, pues la casa estaba a oscuras y además el chico cubría su rostro con un pasamontañas.

La verdad era que sí, temía por su vida; y sí, pensaba que nunca podría salir de ahí. Comenzaba a aterrarse de verdad, pensaba en su madre, o sus hermanas, o en su novia, o sus mejores amigos. Pensaba en lo que fuera que pudiera despejarle la mente de la realidad. La realidad era que nunca más vería el sol.

Entonces un foquito se prendió en su interior, y se sintió salvado en ese momento.

-Tiene una falla tu plan. Estudio criminología, y sé que saldré de aquí.

El chico nuevamente comenzó a reír, esa grave y rasposa risa que hacia que el chico se estremeciera con el sonido. Negaba sin dejar de reír, como diciendo "este chico es estúpido" mientras lo jalaba a una habitación.

-Tu criminología de mierda no va a ayudarte en nada esta vez.

Y las esperanzas se perdieron en el interior del castaño. Ahora tenía por seguro que nunca en su vida iba a salir de ahí, estaba en su fin.

La luz se prendió en esa habitación, encandilando un momento al de ojos azules hasta que se acostumbró a la luz, entonces sus ojos por inercia se movieron hacia el criminal, y un suspiro brotó de sus labios al ver que era imposible reconocerlo.

Stockholm Syndrome. |Larry S. AU|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora