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De la oscuridad emergió un segundo ángel que venía persiguíendolo - Joaquín si no regresas ahora mismo perderás tus alas y quedarás condenado al destierro! - exclamó - No puede ser, ¡es un Diablo!, ¡¿Esa es la razón de tus escapes?!, ¡¿Haz perdido la cabeza?! -
Emilio estaba dispuesto a enfrentarse con él pero Joaquín lo detuvo - No lo hagas Emi... no te involucres, podrías ocasionar una guerra...-
- ¿Acaso ese Diablo te hechizó? - continuó aquel ángel
- Él no tiene nada que ver, es mi decisión venir aquí y estar a su lado - se defendió
- Una cosa es que espies a los humanos para observar sus costumbres y otra es que vengas a estas tierras para reunirte  con un demonio, ¡es una deshonra! -
- Vete, diles que no me importa que me quiten mis alas, pero no volverán a encerrarme jamás - dijo él con determinación.
- Espero no te arrepientas de tu decisión...- sentenció por último el ángel y se marchó .
- Joaco... - susurró Emilio.
- ¿Puedes quedarte conmigo aquí?...- preguntó Joaquín.
- Yo haría lo que sea por ti...- sonrió él.
Se fueron juntos al pueblo y se alojaron en una confortable posada bajo sus falsas identidades. Ya en la intimidad de la habitación - ¿Qué planeas hacer Joaco?... No puedes perder tus alas por esto... - dijo él
- No quiero pensar en eso ahora. En este momento sólo somos tu y yo Emi...- respondió el pequeño mientras se ocultaba en el pecho del rizado demonio.
Esos sentimientos le daban valor, su único deseo era compartir el mayor tiempo posible con su Emi.
Aquel Diablo lo amaba y deseaba tanto que el más mínimo gesto de parte de su Joaquín era suficiente para desatar toda la pasión que había en su corazón.
Pasaron días conviviendo en aquel pueblo, se sintieron tan completos juntos que llegaron a imaginar que tal vez esa es la vida que deseaban tener.
Aquellas noches de romance desenfrenado hacían sentir a Joaquín que no dudaría en entregar sus alas con tal de estar al lado de Emilio. Pero pronto descubriría que los sacrificios por amor tenían un límite.

Durante ese tiempo no habían vuelto a tener noticias de parte de ese ángel que en esa ocasión persiguió a Joaquín, ¿Será que habían desistido de la idea del castigo?, no, todo estaba a punto de volverse más difícil.
Un día llegó a manos de el castaño ángel una nota en una paloma blanca, provenía del paraíso. Al leerla quedó impactado, no podía disimular su conmoción - ¿Qué ocurre bebé?, ¿Qué dice? - preguntó Emilio que estaba junto a él.
- Dice que los superiores han decidido perdonarme si regreso ahora, pero de no hacerlo mi familia será exiliada ya que la unión de un ángel y un demonio es un pecado de deshonor familiar...- respondió afectado
- No lo entiendo, ¿Por qué tanto interés en ti?, ¿Por qué no símplemente te dejan ir? -
- Es por que soy candidato a suceder a un arcángel... no es algo que dictamine nuestra sangre si no el azar. Hace un tiempo fui llevado a un palacio en mi mundo donde se me prepararía para mi futuro. Algunos estaban al tanto de que venía aquí por que me gustaba ver las cosas humanas y me lo permitian. Pero seguramente jamás creyeron que podría encontrar el amor en esta tierra y mucho menos que sería un Diablo - explicó él
- Joaquín...-
- Debo admitir que era feliz con mi vida anterior, pero ahora que sé que existe no concibo otra forma de felicidad que no sea estar a tu lado amor...- confesó mientras acariciaba el rostro del rizado
- Yo me siento igual...-
- No me importaría que me exiliaran, o que arrancasen una por una las plumas de mi alas hasta quitarmelas... Pero no puedo permitir que un inocente sufra por mi culpa, y mucho menos si son mis padres. Estoy seguro de que no saben nada de todo esto...-
- ¿Como lo sabes? -
- Por que si están tratando de convencerme de regresar es por que quieren solucionarlo entre nosotros sin que nadie se entere, sería un escándalo -
- Creo que puedo ver cuál será tu respuesta...- Joaquín entristeció su mirada - Perdóname Emilio... Pero ese es mi límite...-
El Diablo lo rodeo con sus brazos, presionandolo contra su pecho - No tienes que pedirme perdón, lo único que puede hacerme daño es verte triste... sólo quiero que sepas que lo que siento por ti es para siempre -
- Igual yo... Sí tan sólo fuésemos de la misma raza las cosas no serían tan difíciles...- suspiró él.
- Tal vez... Pero tampoco nos hubiésemos amado así, nos queremos por que somos diferentes, porque encontramos en el otro cosas que no conocíamos en nuestros mundos...- terminó el demonio.
Joaquín decidió responder aquel mensaje diciendo que regresaría esa misma noche.
Eligieron pasar sus últimas horas juntos en la intimidad de ese cuarto, amandose en esa pequeña libertad. Antes de irse Emilio le pidió bailar una última vez, pero siendo ellos mismo, sin disfraces, mirándose tal cuáles eran, sólos entre esas cuatro paredes.
Finalmente el tan temido momento llegó, era la hora de despedirse. Fueron hasta el bosque en el medio de la noche como él prometió, se entregaría por propia voluntad.
Allí lo estaba esperando un ángel, un poderoso guardián, para llevarlo de regreso. Iban tomados de la mano, aquella imagen impactó al guardián, comprobó que lo que le habían dicho era verdad, un ángel y un diablo juntos entre los humanos.
Una inmensa tristeza invadió el pecho de Joaquín, no quería soltar la mano de su amado, él también se resistía a la idea de que se fuese. Resignado, se colocó frente a él, aunque casi no podía ni mirarlo, y con un tímido beso le dijo adiós.
Comenzó a caminar en dirección a aquel guardián, pero a mitad de camino se detuvo, volvió corriendo sobre sus pasos y abrazó con todas sus fuerzas a Emilio.
- No puedo hacerlo... No quiero dejarte...- decía él entre sollozos
- Por favor no llores Joaquín... sabés que es lo único que puede herirme...-
- Pero... de sólo pensar que no volveré a verte siento mucho dolor...-
Él lloraba sin consuelo, Emilio se sentía culpable por aquella situación, pensaba que si no lo hubiese buscado, si no lo hubiese ilusionado desde un primer momento, Joaquín no tendría que pasar por todo eso. Fue entonces cuando decidió tomar una drástica decisión, había una sola cosa que podía hacer para ayudarlo - Mirame Joaco...- le dijo con una voz serena y lo besó apasionadamente - Si algún día mi recuerdo regresa a tu corazón estaré aquí... esperándote - sonrió él
- ¿A que te refieres?- - intentó preguntar el ángel y de repente Emilio besó su frente, haciendo que cayera inconciente en sus brazos.
El guardián quedó atónito ante esa acción - ¡¿Pero que les has hecho?! - preguntó indignado aquel guardián al demonio que lentamente se acercaba a él cargando a Joaquín para luego entregarselo- Él está bien, sólo borré de su mente todos los recuerdos que tenía conmigo...- explicó
- ¿Quieres decir que él no recordará ni siquiera haberte conocido...? -
- Exactamente - respondió él y comenzó a alejarse.
- Te conozco, tu eres Emilio, tercer príncipe del infierno -
- Así es -
- ¿Como pudiste posar tus ojos en un ángel?... ¿Acaso te divertiste robando el corazón de un ser tan puro?...-
- ¿Dices que yo lo robé? - sonrió él - esa criatura que cargas ahí es quién se lleva en sus manos para siempre mi corazón - dijo señalandolo.
El ángel quedó en silencio por un momento - Me resulta difícil de creer tu benevolencia - dijo
- Estás en lo cierto, si por mi fuese hubiese arrasado con la mitad de ustedes sólo para que nos dejasen en paz. Pero sé que mi pequeño no quería que nadie saliese herido por nuestra causa -
- Eres muy arrogante al afirmar algo así -
- Claro que lo soy, soy un Diablo -
- ¿Por qué haces esto? -
- ... Porque lo amo. Algún día cambiaré las reglas del juego y será mío para siempre, pero hasta ese entonces esto es lo mejor para él. Todo es por su bien - dijo por último Emilio y desapareció en la oscuridad.
El ángel miró a Joaquín que aún permanecía inconciente y murmuró para si - Quien diría que un ángel tan joven sería capaz de domar a una de las peores bestias del infierno...- y regresó al paraíso.
Tal como aquel Diablo prometió, Joaquín no recordaba nada de lo sucedido prácticamente hasta su llegada al palacio, ni siquiera de sus viajes al mundo humano. Sus superiores decidieron que lo mejor era no mencionar el tema y todo quedó como si nada de eso hubiese existido.
El tiempo pasó y la curiosidad de él por la música humana despertó, haciéndolo regresar a esa tierra, esta vez seguido a escondidas por un guardián. Pero al constatar que no había rastros del Diablo lo dejaba ir en soledad por el bosque.
Una extraña sensación abrazaba el cuerpo de Joaquín, como si hubiese olvidado algo que era muy importante, pero por más que lo intentaba no podía recordarlo.
Al igual que antes de que todo comenzara, cuando la música del pueblo llegaba hasta donde él estaba bailaba solo entre medio de los árboles, o quizás no tan solo, si no en compañía de un pequeño y hermoso pájaro de color violeta que siempre estaba rondandola en el lugar, llegando incluso a posarse en sus manos. Joaquín, ni siquiera aquel guardián, podían imaginar que esa ave era Emilio, que, cumpliendo su promesa, cada noche esperó su regreso. Pero esta vez para amarlo desde la distancia, en silencio.
Verlo sonreír era suficiente para él, por ahora. Porque lo amaba tal cual era, con sus hermosas alas, no quería que las perdiese por estar a su lado, no necesitaba que él hiciese un sacrificio por amor, pensaba que no era justo que sufriese de esa forma.
El Diablo era un Diablo pero cuando amaba lo hacía de verdad, sin egoísmo. Aquel ángel se había llevado su corazón, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por su bien, y en ese momento sintió que aquello era lo mejor, hasta que llegase el día en pudiesen estar juntos.
A veces amar de verdad significa dejar en libertad, y la libertad en algunas ocasiones implica tener que olvidar.
Fin.

⊰ el ángel que bailaba con el diablo. ⊱ emiliaco. ✧ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora