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Esa noche era fría y Taeyong nunca había visto a su hermano dormir tan pacíficamente, era extraño e inquietante pero también era hermoso y alucinante.

Jaehyun era un hombre hermoso.

Pero también era un acosador, un obsesionado y un psicopata.

No soportaba vivir en ese infierno, él era aterrador, sus ojos penetrantes nunca lo habían incomodado tanto como esos últimos días y ya no lo soportaba más.

Asustado pero determinado, Taeyong comenzó a moverse lentamente hasta que los brazos de su hermano cayeron de su cuerpo, se puso de pie lentamente, sin interrumpir el sueño del castaño, ni si quiera le interesaba tomar ropa o algo de esa casa, solo quería huir. Caminó por el pasillo hasta la puerta.

Sellada.

Corrió silenciosamente a las ventanas.

Candados.

Tenía dos opciones: quedarse con Jaehyun en espera de lo que pudiera suceder o romper esa ventana e intentar escapar antes de que lo alcanzara.

Cualquiera de las dos era peligrosa pero era ahora o nunca.

Taeyong caminó rápidamente a la cocina, tomando una tabla de madera para acabar con esa ventana y salir de ese lugar de una vez por todas.

—Por si acaso- dijo el chico tomando entre sus manos una pequeña navaja que utilizaba para sus manualidades.

Siguió su camino hasta llegar a la ventana más baja que pudiera encontrar, necesitaba la que le diera más facilidad de correr y la que escogió era perfecta.

Una vez afuera, correría hasta llegar a la casa de Yuta, un amigo de la escuela, él lo ayudaría.

Las lágrimas comenzaron a caer por las mejillas del que intentaba escapar cuando escuchó el piso de madera crujir, no dudó un segundo cuando aventó la tabla hacia el vidrio logrando un fuerte estruendo pero una salida.

Control; JaeyongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora