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04

— Pero, ¿cómo es posible? — no podía creer que aquello fuera real.

— Te veías tan solo... — dijo ella acercándose — Me gustaba que me hablaras, muchos hablan a la luna. Pero, no como tú.

Lo miró y acarició su mejilla.

— A nadie le gusta tanto la luna como a tí.

— Me hiciste sentir menos solo — cerró los ojos ante el cálido tacto.

— Nunca estuviste solo, y nunca estarás solo. Estaré aquí para tí, por siempre.

— ¿Tienes que volver?

Ella asintió.

— Tengo que volver a mi lugar en el cielo, pero recuerda que no estás solo.