Capítulo 1

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Era 30 de julio. Ese día Hermione Granger iría a pasar el resto del verano a la Madriguera, puesto que había vuelto de sus vacaciones en Francia y en su casa no tenía mucho que hacer, puesto que sus amigos muggles se iban de vacaciones durante el mes de agosto. Tristemente, sus padres no podrían despedirla aquel día, pues la noche de antes se habían marchado a una convención. La noche anterior, sus padres (después de disculparse por vigésima vez) le dieron dinero para que comprase su material escolar y le desearon que se lo pasase genial, y le prometieron que el 1 de septiembre la despedirían en King's Cross.

Al día siguiente, Hermione se levantó temprano para poder hacer algo de deporte. El año anterior, mientras corría para llegar a las clases, se había dado cuenta de que no estaba en muy buena forma, y aquello no le gustó nada, por lo que se había pasado el verano entrenando para no volver a sentirse así. 

Se puso un sujetador deportivo lila y un pantalón corto y subió a su terraza, cogió un altavoz y una esterilla y empezó a hacer sentadillas y demás ejercicios mirando el parque que tenía enfrente de su casa.

Mientras tanto, en la Madriguera Ron desayunaba tranquilo, esperando que llegase la hora de recoger a su amiga.

—Ron, cariño.

—Dime, mamá.

—Voy un poco atrasada con la comida, estoy preparando todo para celebrar el cumpleaños de Harry mañana. Tus hermanos te acompañarán para ir a recoger a Hermione.

—Vale, voy a decírselo.

Ron se dirigió al cuarto de Fred y George. Pudo ver cómo por debajo de la  puerta salía humo y un olor poco agradable. Estarían creando algún producto nuevo. Tocó a la puerta y escuchó movimiento dentro de la habitación. Probablemente pensarían que era Molly, que les había pillado con las manos en la masa.

La cabeza de uno de los gemelos asomó por la puerta.

—Ah, menos mal que eres tú. —dijo George, visiblemente más calmado al ver que no era su madre. —¿Qué pasa?

—Mamá me ha dicho que me tenéis que acompañar a recoger a Hermione a su casa, que ella no puede.

—¿Qué? —se escuchó la voz de Fred acercarse a la puerta. —Estamos ocupados, enano, que vaya otro.

—Ah bueno, estáis ocupados, eso lo cambia todo. Le diré a mamá que estáis ocupados haciendo Merlín sabe qué y que por eso no podéis venir.

—¡ESPERA! —dijeron los gemelos al unísono, mientras Ron ponía cara de satisfacción.

—Es dentro de media hora. —dijo simplemente Ron antes de marcharse.

A la hora acordada, Ron y los gemelos usaron la red flu para dirigirse a casa de Hermione, a la cual el tiempo se le había pasado volando y seguía haciendo deporte.

Al llegar, a los chicos les extrañó encontrarse la casa completamente vacía. Se dirigieron hacia el cuarto de la muchacha para encontrar simplemente su baúl, pero ni rastro de ella. Entonces, se escuchó el comienzo de una canción en el piso de arriba, por lo que se dirigieron allí sin pensarlo más. 

Fred encabezaba al pequeño grupo subiendo las escaleras, y al llegar al umbral de la puerta de la terraza se encontró a Hermione de espaldas, ajena a todo, haciendo sentadillas. Siendo un chico de 16 años con las hormonas revueltas, se fijó rápidamente en su culo, cuya parte baja quedaba levemente expuesta cuando la chica flexionaba las piernas.

—Que se te cae la baba, Gred. —dijo George en voz muy baja antes de decir en alto —¡vaya, Granger! ¿Me darías una clase particular?

Al oír esa voz, Hermione pegó un salto, claramente asustada, mientras gritaba instintivamente "¡joder!".

—¿La señorita perfecta diciendo palabrotas? —volvió a hablar y se giró hacia su hermano menor. —Ron, lamento informarte que tu mejor amiga ha sido asesinada y sustituida por una doble para no levantar sospechas.

Lejos de enfadarse, Hermione sonrió.

—Venga ya, ha sido un acto reflejo. —al momento de decir eso, pareció percatarse de lo que significaba que los chicos estuvieran ahí. —Oh dios mío, ¿ya es la hora? Lo siento muchísimo, se me ha ido el santo al cielo. ¿Os importaría esperar en el salón mientras me doy una ducha rápida?

—Por supuesto, Herms, no te preocupes. —le sonrió Ron.

—Muchísimas gracias. —dijo la castaña mientras recogía todo y se acercaba a ellos.

Mientras bajaban las escaleras, Fred habló por primera vez.

—Hermione, ¿hay un baño en la planta baja?

—Sí, claro, es la puerta del fondo del pasillo.

Justo en ese momento, Hermione entró al baño de la planta de arriba, dirigiéndoles una sonrisa antes de cerrar la puerta. Cuando bajaron y Fred se dirigió al baño, George le siguió.

—¿Y tú adónde vas? —preguntó Ron.

—A sujetársela. Vete al salón anda, ahora vamos.

Al entrar al baño, Fred abrió el grifo y se mojó la cara, mientras George le miraba divertido, sin decir nada.

—¿Qué pasa? —preguntó Fred exasperado al cerrar el grifo.

—¿Desde cuándo te pone Granger?

—Tío, no es eso, simplemente me ha pillado de sorpresa. Me la esperaba bailando o algo, no haciendo deporte y sacando culo toda sudada. Además, ¿cuándo se ha desarrollado así?

—Bueno, teniendo en cuenta que siempre la has visto con el uniforme de Hogwarts... Pero vamos, que yo la he visto igual que tú y el pantalón no me ha empezado a apretar misteriosamente...

—Cállate, solo ha sido la sorpresa del momento, y el hecho de que compartiendo habitación con tu hermano, es complicado tener tiempo para desahogarse.

Desahogarse, qué fino te has vuelto desde que te gusta Granger.

—¿Gustarme? Que me ponga te lo compro, pero falta mucho para que me guste la señorita no-me-salto-ni-una-regla.


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EL VERANO QUE LO CAMBIÓ TODO (fremione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora