Parte 1: Diana embarazada

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Ahí me encontraba yo junto a mis compañeros en mi terraza un día como cualquier otro, hablando y divirtiéndonos como hacen los amigos. Mi esposo estaba emocionado, ese día estaba previsto que tendríamos a nuestro hijo, estábamos en nuestra casa todos juntos esperando al doctor. Nos fuimos al baño y esperamos a que este llegara, preparamos todo y me puse en la posición más cómoda que pude. Los dolores eran indescriptibles, mi ansiedad aumentaba cada vez más a la espera de que naciera, cuando llegó el doctor me tranquilicé, respiré hondo, solo quería que ese dolor terminara, era como tener un bebé dentro de la panza y bueno, literalmente eso era.

El doctor se quedó en la casa a la espera pero aún no nacía, nos dijo que todavía no era el momento, que había que esperar unos días más, nosotros no entendíamos entonces porque se había previsto el parto para esa fecha.

Subimos un momento a la terraza a respirar un poco de aire, yo ya me sentía mucho más tranquila, sabía que ese día no lo iba a tener. 

Ya era tarde, se estaba haciendo de noche y nos teníamos que despedir de nuestros amigos, nos juntamos todos en la puerta de casa y nos quedamos charlando un momento. Agustina siempre estuvo a mi lado, llevaba un vestido rojo que llamaba la atención, se nos ocurrió la idea de ir a comprar algo para los demás antes de que todos se fueran y entonces, con mi enorme panza, traté de cruzar la calle con ella, pero cuando nos dimos cuenta, el semáforo justo había cambiado, ella siguió y corrió hasta la otra esquina, yo traté de seguirla, pero por suerte, Juana que se encontraba viendo toda la situación se dio cuenta de que en mi estado no lo iba a lograr, por lo que me chifló y me dijo que volviera.

-No crucés!- gritó, y pude regresar a la vereda sin que me pasara nada.

En ese momento con Juana miramos hacia la puerta de mi casa y sorprendidas, nos miramos entre las dos:

-Vos viste lo que acaba de pasar? – le pregunté.

Sí, asintió con la cabeza.
-Recién estábamos todos ahí y ahora no hay nadie – dijo.

En ese mismo lugar donde estábamos todos reunidos ahora sólo habían unos vagabundos durmiendo junto a sus cosas.
Le dije a Juana -mira allá va otra compañera-, corrimos hacia ella y le preguntamos qué había pasado, ella nos respondió que no sabía, que en un momento estaban todos juntos y que después ya no.

-Y Agustina???!- Nos dijimos, y nos pusimos a buscarla en la otra cuadra pero tampoco.. ya no estaba.

El lugar daba una sensación de terror, era de noche, las calles eran peligrosas, muy pocos lugares estaban abiertos, por lo que decidimos seguir caminando, teníamos miedo, yo no tenía mi celular, se lo había dejado a mi marido.

Llegamos a un parque, era enorme, yo me empecé a sentir mal, empecé a tener los mismos dolores de antes, solo deseaba estar en mi baño junto al doctor, o en un hospital, pero si tenía que tener al bebé en ese parque lo iba a hacer.

Con mis compañeras vimos que en frente del parque se encontraba una escuela, pensamos que sería la mejor idea ya que necesitábamos un baño urgente, por lo que decidimos entrar a escondidas. Nos encontrábamos en el baño, me senté en uno de los inodoros, y respiré hondo, los dolores empezaban a desaparecer otra vez, en ese momento una de mis compañeras que estaba vigilando la puerta entra al baño agitada diciéndonos que las personas ya se habían dado cuenta de que habíamos entrado.

-Ya se dieron cuenta de que estamos acá. Hay que irnos!- dijo.

Bajamos por unas escaleras y había un enorme salón junto a un patio lleno de alumnos. Parecían alegres, saltaban y hablaban. Con mucha dificultad, Juana me ayudaba a bajar los escalones, pero en ese momento cuando escucharon nuestros pasos, todos los alumnos y profesores se voltearon hacia nosotras y se quedaron quietos como estatuas, ninguno dijo nada, ninguno parpadeaba, tenían caras serias, espeluznantes. Con las chicas nos dimos cuenta de que algo no estaba bien ahí, por lo que de manera instintiva mis compañeras salieron corriendo hacia arriba. Agarré la baranda de la escalera para impulsarme y darme fuerza para subir las escaleras pero fue inútil, Juana me miró a los ojos y me dijo, -no tiene sentido escapar, vamos a enfrentarlos y salir por la puerta principal-

Ella me agarró y con mucho miedo, casi temblando, pero también con mucho valor, nos dimos vuelta, los miramos a los ojos y tres de ellos pasaron corriendo a nuestro lado en busca de nuestras compañeras, ignorándonos. Respiramos hondo, y con todas nuestras fuerzas, nos dirigimos caminando de a poco y entre todos ellos hasta la puerta, sus ojos nos seguían con la mirada, nadie nos quitaba la vista de encima. Uno de ellos nos habló y dijo –Por ahí es la puerta de salida- a lo que Juana respondió gracias.

Cuando salimos fue un alivio, pero aún seguíamos preocupadas por nuestras compañeras, esas personas no se veían nada amistosas. No entendíamos porqué a nosotras no nos habían hecho nada pero si fueron corriendo tras nuestras otras compañeras, será por el bebé? Pensé.

Devuelta a los 80'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora