Sin fecha

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Un suspiro de la nada,
Una caricia en la mejilla.
Así comenzaba el día,
Y era una maravilla.

Largas noches se tornaban,
Con tus interminables besos,
Se sentía como si volaran,
Nuestros corazones posesos.

Posesos de amor, de pasión,
eso corría por nuestras venas.
Nada era mejor,
que la caricia de tus dulces yemas.

Esas yemas que marcaron mi vida,
con huellas imborrables,
imparables.

¡Qué alborotos!
Alborotos de alegría, de pasión.
Alborotos que acarician al corazón,
Qué felicidad permanecer a tu lado,
hasta que ya no lo merezca.

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