-Pequeña, quedan diez minutos para llegar, pero no creo que te guste que te vean durmiendo y babeando en la ventanilla.
Me acomodo rápidamente, las sabias palabra de Ale tenían razón. -No seas tonto, yo no babeo.
-¿A no? ¿Y eso que es? -dice señalando mi labio.
Me miro corriendo en el espejo. -Serás mentiroso. -le lanzo una cara maligna.
-JAJAJAJAJA te has acojonado en verdad.
-Normal. -me pongo seria para parecer enfadada pero no logro. -JAJAJAJAJA ha sido un poco gracioso, pero solo un poco. ¿Cuánto queda?
-Pues, ya estamos cerca de casa, dame ese mando de la guantera.
-¿Este?
-Sí.
Ale se para en una enorme casa, le da al mando y mete el coche.
Bajamos, y me enseña toda la casa.
-Esta será tu habitación este tiempo.
-Es preciosa, gracias.
Volvemos al coche para coger las maletas.
Subo a la habitación y empiezo a colocar toda la ropa.
Ale entra.
-¿Puedes bajar? Han venido unos amigos.
-Claro, oye...-cambio de cara y Ale también. -¿Hay algo de comer? -termino con una sonrisa.
-Me has asustado joder, sí, pero ahora pedimos unas pizzas.
Me levanto de la cama, bajo las escaleras, en frente hay un espejo y me coloco un poco el pelo. Voy al salón.
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Sin rumbo.
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