Un desagradable olor a miedo

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Continuación del primer capítulo, justo donde terminó.


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Las lágrimas caían gruesas por sus pálidas mejillas, frías y algo sucias por ir arrastrándose contra el piso de la casa por horas. Sus muñecas estaban atadas en su espalda, con tres simples candados de plástico que podrían ser fáciles de romper, si no fuera porque ya casi ni tenía fuerzas. Un castigo por un pasado intento de fuga. — Por favor... T-Tanjirou... — Su voz denotaba cansancio, miedo, angustia, y tal vez... intentaba ser un poco dulce, cualquier cosa que sirviera para poder conmover el corazón de su secuestrador. Si es que tenía.

El burdeo lo veía con tanta preocupación que incluso parecía absurdo. Pero es que, realmente estaba preocupado. Su rubio estaba ahí en el piso en una posición tan incómoda, sus hermosas mejillas estaban sucias, con tierra y polvo. Además... estaba llorando, y eso le partía el alma.

— Zenitsu... — Murmuró nuevamente, mientras el rubio terminaba por echarse a llorar al notar que sus intentos eran en vano. — Afuera está lloviendo, podrías resfriarte... — Estiró una mano para tomar el pomo de la puerta y cerrarla. Cerrando así también la única esperanza que quedaba dentro del mayor, la única fuente de vida dentro de aquel infierno. — Voy a darte un baño ¿sí? Eso te ayudará a relajarte... — Posó su mano sobre la espalda contraria, haciendo que aquel cuerpo diera un respingo demasiado exagerado, pero... tan ridículo, su mano sólo lo acariciaba gentilmente.

— Q-Quiero...

— ¿Uhm?

— Quiero dangos... — Por extraño que pareciera, a pesar de estar literalmente secuestrado, Tanjirou no parecía tener intensiones de hacerle daño.

— Claro, mañana te traeré muchos. — Seguía sonriéndole con esa amable sonrisa, con esa expresión llena de cariño. Era casi... como si no se diera cuenta que atarlo y tenerlo recluso en una habitación de su departamento fuera algo malo. Ciertamente no sabía si en algún momento podría llegar a entenderlo. Su futuro era incierto, por primera vez.

El burdeo luego de prender las luces de la casa, se agachó a un lado del contrario y lo tomó suavemente en brazos, para luego comenzar a caminar en dirección al baño. — Realmente te esforzaste ¿no? ¿Zenitsu? — El nombrado se estremeció leve cuando se detuvieron frente a la puerta del baño. Justo detrás de ellos, estaba la habitación oscura... su cautiverio. La puerta estaba abierta hasta atrás, y el par de seguros que la cerraban estaban destruidos a presión. Logró abrirla luego de chocar contra ella y empujarla innumerables veces. — ¿Qué haremos...? — Alzó la mirada para verlo, encontrándose con aquellos ojos burdeo, preguntándose si estaba loco o... se veían más oscuros. — ¿Realmente tendré que traerte dangos...? — Ah, lo estaba regañando. O eso parecía.

Sus ojitos ámbar bajaron, sintiendo que las lágrimas nuevamente amenazaban con salir, sobresaltando al menor quién rápidamente abrió la puerta del baño y entró, sentándolo con cuidado en el inodoro, tomando sus mejillas con cariño y dejándole un dulce beso en su frente. — N-No llores Zenitsu, no es verdad... voy a traerte tus dangos... sólo... no vuelvas a romper la puerta ¿bien? —

Ridículo, simplemente ridículo. Ni siquiera se parecía a los secuestradores que veía en las películas de terror. Aunque no estaba seguro si se sentía aliviado por eso o no.

Luego de una sincera sonrisa, y de secar las lágrimas que se habían asomado por esos lindos ojitos. Tanjirou se levantó y fue hasta la puerta para cerrarla con seguro. El instinto de los humanos por sobrevivir a veces era... fascinante, debía ser precavido. Hecho eso, se acercó nuevamente al pequeño cuerpo de su pareja, y llevó las manos hasta los candados de plástico que había puesto en sus muñecas, rompiéndolos luego de un poco de fuerza.

Dead Silence | TanZen (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora