Tus lágrimas no caen | Parte 01.

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Primeramente quisiera decir que este capítulo tan largo, que tuve que dividir en dos, va dedicado a mi novia Ema, con quién ayer cumplimos trece meses de noviazgo. Emita, eres mis ojos, mis sueños, y mi felicidad. La mejor novia y la mejor partner de toda la vida. Espero ansiosa el día en que todo esto termine, para poder volver a verte, a sentirte. 

. . .


Hoy se cumplía una semana desde que Zenitsu desapareció, y la situación comenzaba a hastiarle de sobremanera. Nadie sabía nada, ninguno de sus putos compañeros lo había visto, y la policía no daba con ninguna pista. Era como si la maldita tierra se lo hubiera tragado, y bien que sabía que su inútil hermano era un idiota, pero... ¿Tan así como para perderse? Y aunque se hubiera perdido, podría llamar o algo, pero nada.

Kaigaku terminaba de poner el último cartel de "se busca" sobre una de las paredes de algún local comercial en el centro de la ciudad, mientras apretaba la mandíbula por la impaciencia y la frustración. Escuchaba lamentos de la gente por todos lados ¿De qué mierda servía que se lamentaran? ¡No veía a ninguno saliendo a buscarlo! ¡NO! ¡ÉL ERA EL ÚNICO IMBÉCIL QUE RECORRÍA LA CIUDAD DÍA TRAS DÍA HASTA LAS MALDITAS CUATRO DE LA MADRUGADA! Ni siquiera su abuelo, pero eso era porque él no lo dejaba, las noches eran frías y sus huesos muy viejos. Además, desde que su favorito desapareció de la faz de la Tierra, le costaba mucho mantenerlo en alto. No quería comer, no quería ver la televisión, apenas hablaba con la policía y sólo se quedaba en el jardín, esperando. 

¿Esperando qué, maldito viejo? ¡Zenitsu no te va a caer del puto cielo! No de nuevo...

Ambos habían sido adoptados por Kuwajima de un lugar de adopción de mala muerte. Kaigaku y Zenitsu se habían conocido dentro, más no cruzaban palabra alguna. El único recuerdo del mayor sobre el rubio, antes de ser adoptados, eran sus patéticos lloriqueos, los cuales se escuchaban por todo el lugar, durante la noche y durante el día, casi como si fuera un puto fantasma en pena. El anciano llegó a aquel recinto luego de perder a su familia en un terrible accidente, su hijo y nuera, la cual esperaba a su primer nieto, fallecieron luego de chocar su auto contra una barrera de contención. Los trámites fueron rápidos gracias a la reputación del viejo, y en unos cuantos meses, logró adoptar a dos niños, Kaigaku y Zenitsu, de siete y seis años respectivamente, a los cuales transformó en sus herederos, y sus mayores orgullos.

Kuwajima era el dueño de un respetable dojo, vivía su vida a la antigua, llena de honradez y fuerza. Sus "hijos" fueron criados de la misma forma, obligados a entrenar duramente, a formar carácter y a crecer dignamente.

Había sido duro, muy duro, muchas veces incluso él rompió en llanto durante las noches.

Pero no era para escapar. Definitivamente no lo era.

Zenitsu... ¿Dónde diablos te metiste?

— ¡Listas las dos porciones de Mitarashi y Hanami Dango!

La atención del azabache se volteó levemente a un puesto de dangos que estaba a unos diez pasos de donde estaba él.

— ¡Muchas gracias, señor! — El chico que recibía las bolsas era casi de su altura, de cabello burdeo desordenado, y una irritante aura de felicidad. Pero lo que llamó su atención vagamente fueron sus aretes de Hanafuda, y esa extraña cicatriz en su frente. El chico se volteó en su dirección, y por apenas un par de segundos tanto la mirada burdeo como la azabache se cruzaron. Más ninguno de los dos le prestó demasiada atención, a pesar de que uno de ellos conocía perfectamente al otro, supo controlar sus emociones a la perfección.

Dead Silence | TanZen (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora