Hubo épocas en los que creía que estaba loca. Hubo épocas en donde la comprensión era lo que menos obtenía de las personas, y la extrañeza era una constante en mi día a día. Hubo épocas en los que realmente no encajaba en ningún lado, y era un poco difícil compartir los pensamientos sin que el resto pensara que algo andaba mal conmigo.. y yo también.
A veces incluso parecía -y por momentos todavía parece, tengo que admitir- que al mundo se le hacía tan fácil ser, que a las personas se les hacía tan simple ser personas y vivir, que el sentimiento de exclusión era un poco más marcado cada vez.
Siempre me pregunté si la lucha dentro de mi cabeza solo se daba dentro de mi cabeza, o era algo que caracterizaba al ser humano en general. ¿Es normal sentir que no soy uno, sino dos? ¿Es normal sentir que me doy indicaciones de como actuar como si estuviera comunicándome con un tercero que no está? ¿Es normal ser mi propio guía, mi propio juez, sintiéndome tan ajena a mí?
Tuve una época, también, en donde todo momento de desborde y desesperación era hablado con una sola persona, y me era muy difícil comunicar lo que me pasaba sin sentir que estaba exagerando todo. Porque esas suelen ser las respuestas que se obtienen cuando el otro tampoco sabe recepcionar, ni devolver. La esquiva y la exageración.
¿Alguna vez nos preguntamos lo que es realmente la escucha? ¿Los errores de comunicación verbal? Dudo que nos planteemos de forma periódica ese tipo de situaciones. Pero en definitiva, el diálogo comúnmente conocido es lo que uno comunica en relación a lo que el otro entiende. Es lo que uno cree que esta comunicando dándolo por hecho, asumiendo que el otro lo va a entender de una forma, en relación a lo que el otro cree que estas diciendo y lo que quiere escuchar para reafirmarse en su interpretación. Pero eso no es comunicación. La escucha lleva mucho detrás, y se empieza por dejar las estructuras propias de lado y correrse a sí mismo del foco, para poder tomar la información en puro, sin teñirlo de nada.
Pero nadie te enseña a dialogar. Nadie te enseña tener en cuenta que el otro se basa en sus propias experiencias cuando te escucha, ni que vos seguramente estés haciendo lo mismo cuando expresas verbalmente lo que querés decir y viceversa. Por ende, ¿quienes son los que hablan realmente?
Con el tiempo empecé a tomar una postura en donde acepté que capaz yo era la única que podía entenderme. No podía estar exagerando si el sentimiento era tan abrumador y desesperante. No podía negar mi realidad cuando era lo que percibía, pero si podía tratar de controlarlo. Sí podía frenarme a mi misma y también dejar de esperar que el otro lo vea igual para no sentirme tan extraña conmigo. Sí podía replantearme ciertas cosas y corroborarlas con otras.
Pero, ¿como hago para que mi cabeza pare? ¿Por qué las cosas que siento que son obvias, para el otro no lo son? ¿Por qué si nuestras anatomías cerebrales son iguales en condiciones de desarrollo normales, terminan funcionando tan distinto? ¿Las experiencias propias son tan capaces de modificar nuestras estructuras a tal punto de cambiar completamente la percepción de la realidad, o hay una constante en común que tenemos todos?
Creo que uno puede elegir con que guiarse en cierta medida. Las emociones pueden ser destructivas si no se saben manejar ni controlar, pero a veces poner la racionalidad por delante simplemente las tapa, como cuando se ignora un problema que no se quiere ver. Y estas hablan, y el sentimiento de exageración te hacen dejarlas olvidadas y la intuición se opaca. Porque es más fácil dejarse guiar por la lógica en términos de acción-reacción en situaciones externas cuando los problemas emocionales son mas grandes de lo que queremos ver. Cuando no somos capaces de entenderlas ni entendernos.
Considerarse una persona auto-suficiente sirve de mucho si nos ponemos a pensar que en definitiva, estamos solos. No importa que tan cerca estés de alguien, las realidades no son las mismas, y el infinito en plano material y terrestre no existe. Las personas somos transito en la vida de otras personas, aportando y obteniendo, una relación con posible reciprocidad. Pero nosotros somos los únicos que vamos a estar hasta el último momento con nosotros mismos. Y es extraño pensar que cuando todo esta mal en tu vida y solo parece perderse todo lo que tenias de a poco, y todo te hace simplemente querer desaparecer (el dormir es una gran vía de escape para eso), también esta esa parte tuya que sabes que se va a encargar de las cosas. La parte débil y la parte fuerte como un tira y afloje constante que a veces es cansador y otras veces reconfortante. Partes que pueden llevarte a buscar el faltante en otras personas, solo porque vos mismo no te lo podes dar. Partes que pueden hacerte dudar cuando lo que gana es el sentimiento de soledad.
¿Qué es lo que esperamos de los demás?
La fortaleza mental es importante, y en la construcción del yo las personas externas son una pieza fundamental. Creo que todos vamos como en un juego en cierto punto, agarrando armas, incorporando habilidades que nos completen un poco más y nos ayuden a seguir avanzando. Las personas que nos acompañan pueden ser un apoyo y un descanso.
También lo es la confianza.
Pero el terreno de la confianza es difícil porque cuando se destruye ya no hay vuelta atrás, y las bases que creías solidas ya dejan de serlo y volvemos al comienzo: Solo nos tenemos a nosotros mismos. ¿O no?
Pero entonces, ¿por qué a veces ese pensamiento no se siente suficiente si en definitiva, nos protegemos a nosotros mismos aceptando todas las posibilidades?
¿Por qué me sigo sintiendo indefensa si tengo tantas cosas con las cuales defenderme?