_ 2 Pelea (I)_

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Al ver a la liga, todos los presentes se paralizaron. Aunque había uno entre ellos que que había sido el más afectado por esto, ya que entre los villanos de encontraba un chico de su misma edad, de cabello verde rizado y pecas en su rostro. Aunque no fue eso lo que hizo que su corazón se encogiera, si no que el ver qué él era quien apuntaba con un arma a su compañera con una sonrisa fue lo que lo dejo en un estado de shock.

Ese niño que hace apenas unos años había sido un chico alegre, lleno de ilusiones y sueños que incluían a los héroes, y al que siempre se le iluminaban los ojos cada vez que veía , ahora era un villano, y amenazaba con disparar a una futura heroína.

_Deku bastardo_ susurro suavemente, tan bajo que apenas pudieron oírlo un par de personas que estaban cerca suyo.

_Bakubro, ¿Acaso conoces a ese sujeto?_ cuestionó pasmado el pelirrojo que se encontraba a su lado. El haber sido escuchado por éste, causo que el rubio lo mirara con furia, pero eso no evito que su compañero de ojos rojos cual sangre como los suyos notará que en su mirada había miedo y tristeza.

Las carcajadas del peliverde no dejaron de sonar por todo el lugar, al igual que no había dejado de apuntar a la cabeza de la joven castaña mientras lo hacía.

Sus carcajadas cesaron al ver entre el público a un chico de cabello rubio puntiagudo, el cual no paraba de mirarlo con horror en su rostro. Al verlo, se forzó a sonreír, y luego juntó todas sus fuerzas para respirar hondo y gritar fuertemente, para que todos los que estaban en ese lugar lo escucharan.

_¡No puede ser! ¿Acaso mis ojos me están engañando? ¿Eres tu Kacchan? ¿¡Acaso no es mí gran amigo Bakugo Katsuki el que está parado junto a ustedes!?_ su sonrisa se había extendido, pero era una sonrisa maliciosa, estaba furioso, el ver al sujeto que le había hecho tanto daño en el pasado parado justo frente a él como si nada hubiera pasado, cumpliendo su anhelo, meta y sueño de convertirse en héroe aún cuando el no pudo hacerlo le revolvía las entrañas.

Todos quedaron pasmados ante lo que el peliverde acababa de decir, incluso la castaña con todo el miedo que le generaba tener una pistola en la cabeza halló un lugar en su mente para sorprenderse ante la revelación de quién sujetaba sus cadenas. Al no oír respuesta alguna, el de ojos carmesí frunció el seño y tiró ligera pero firmemente de las cadenas de la heroína junto a él, al mismo tiempo que apretaba el arma sobre su cabeza.

_¡Pregunté si eres tu maldito perro rabioso! ¡Responde a mí pregunta si no quieres que le vuele los casos a tu amiga!_ grito furioso alarmando a todos los presentes, los cuales estuvieron a punto de saltar en defensa de la joven. Al notar su actitud, el pecoso susurro al oído de Uraraka_ Lo siento por mis malos modales, prometí no disparar y voy a cumplirlo, me pase un poco, en serio lo siento.

_¡Maldito Deku bastardo, ¿A quien llamas perro rabioso?! ¡Deja de hacerte el estúpido y quita esa puta arma de la cabeza de nuestra compañera!_ Su voz, a pesar de los regaños que estaba vociferando, se oía nerviosa y desesperada, no era una petición lo que gritaba, si no más bien una súplica_ ¿¡Que mierda te paso para caer tan bajo!? ¿Acaso no eras tú el que quería ser un héroe idéntico a All Migth? ¿Tan fácilmente te rendiste y te guste del lado de los malditos vi_ sus reclamos fueron interrumpidos por el sonido de un disparo.

Tanto los estudiantes como profesores regresaron su vista al lugar en el que se encontraban la liga con la castaña, esperando lo peor, esperando ver el cuerpo inerte de su amiga y alumna en los brazos de aquel loco desquiciado. Pero al hacerlos, se oyeron suspiros, bocanadas de aire, golpes contra el suelo, e incluso, algunos llantos ahogados. La razón era que el disparo que había sonado segundos antes había sido al aire y no contra la de mejillas redondas.

_¡Cierra tu puta boca Kacchan! ¡Soy yo el que tiene a tu compañera! ¡Soy yo el que tiene un arma! ¡Soy yo el que puede matar a alguien! ¡Así que cierra tu puta boca, y deja de insultarme y déjame hablar de una maldita vez!_ Vocifero furioso el de cabellos rizados. El silencio no tardó en hacer presencia, no se oían ni las respiraciones de los presentes, y todo el bullicio que había apenas minutos antes había desaparecido por completo.


El silencio sepulcral fue roto por las carcajadas del peliverde.

_No hacía falta que dejarán de respirar, pero les agradezco el que me dejaran hablar. Ahora, estoy seguro de que esperaron ansiosos el poder enfrentarme a mí, y a mis compañeros. Así que no les dejaré más con la espera. Es hora de que la batalla de inicio, ya me cansé de esperar por tanto tiempo.


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