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/INCONSCIENCIA/: No darse cuenta de lo que pasa al rededor de uno.
~

"no! "

le costaba reconocer el tono infantil de los sollozos que dejaban su boca.

"Mírame"

Podía ver en sus ojos la impotencia. Esa sensación agonizante de querer ofrecerle una ayuda a alguien que no la quiere tomar.

Tal vez si la tocaba..

"Paulina saca la mano de ahí"

Tal vez si...

"Paulina te lo estoy diciendo en serio!"

Se aleja. Evitando mirarla ¡Dios no hagas esto!. Las lágrimas desbordadas las sentía calientes correr por sus mejillas.

"¡No por favor!"

Se veía tan herida. ¿Ella había causado eso? ¿por qué? ¿por qué siempre tenía que herir a las personas que querían lo mejor para ella? -"No dijiste nada de que yo esté en el cuadro..."- La conocía tanto que sabía que esto no tenía vuelta atrás sin embargo cuando se acercó y la beso con tanta fuerza pensó por un momento que una vez más había hecho caso omiso a sus equivocadas decisiones. Pero no.

Se fue

Dolía mucho, incluso más que la primera vez.

-Paulina, hey!

Escucho el chasquido de unos dedos seguido de la voz de Carmen a la distancia, Paulina sacudió la cabeza tratando de regresar a la realidad.

-Estás en otro planeta.

Paulina expresó un intento de sonrisa mientras se enderezaba. Estaban en el comedor comunitario del penal desayunando o bueno, eso hacían las demás mientras que Paulina recostaba el mentón en su mano, ensimismada.

-¿No vas a comer?

Su compañera solo preguntaba de verdad agradecía que alguien se preocupara por ella y le caía muy bien Carmen pero a veces solo quería que la dejaran tranquila para sufrir en paz.

-Al rato.

-¿Te has dado cuenta que haces muy seguido eso?

-¿Qué?

-no sé... Como que te vas

Se recostó nuevamente. Carmen tenía razón de hecho no era la primera vez que se quedaba atónita, muy seguido se encontraba teniendo sueños vividos, despierta. No podía dormir de noche sus pensamientos le impedían siempre conciliar el sueño así que en el día estaba como en un estado de trance permanente.

Ya se encontraba mentalmente agotada.

-Es que no he podido dormir muy bien últimamente.

El día que ingresó a la carcel pasaban demasiadas cosas: la florería, Diego, el cabaret, sus hermanos, el amante de su mamá. El día que ingresó a la carcel de cierta manera lo percibió como un escape de todo el circo que estaba sucediendo afuera pero la realidad la golpeó tres días después cuando comenzó a sentirse demasiado ansiosa y en un momento cuando el aire comenzó a faltarle en el baño compartido mientras deslizaba su espalda por los azulejos de la ducha sentía que el corazón se le salía del pecho -un ataque de pánico- y entonces recordó:

las pastillas.

Después de casi siete años bajo un estricto régimen con el medicamento y al tener que aumentar la dosis unos meses antes por su escenita en el funeral de su madre, era evidente que su cuerpo no funcionaba correctamente cuando no lo tomaba.

APOCALIPSIS ► [Majolina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora