El collar de perlas rosas.

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Matilda decidida a probar ese mundo que sus amigas solían hablar con orgullo y frente en alto, se acerca al sitio de las tragamonedas qué, parecía un pasillo hecho de máquinas, casi todas estaban ocupadas por personas que habían llegado desde tempranas horas dispuestas a ganar o perder,  Matilda, que estaba temerosa, comenzó a buscar con sus ojos que reflejaban miedo e inseguridad, un lugar donde gastar el poco dinero que apartó para su investigación. Llegando casi al final del pasillo, entre las 7 últimas maquinas del final, nota que la suerte estaba de su lado, ya que precisamente queda una máquina de tragamonedas disponible, al sentarse en ella, logra ver una imagen de una carta, a la altura de su abdomen, cuya carta tenia consigo una imagen de un bufón de la edad media y una frase que decía "El diablo tienta".
Notando esto a Matilda se le erizó la piel y le entro un escalofrío inexplicable en todo el cuerpo, pero aun asi, siendo terca como mula, saca una moneda y la introduce en la maquina, no obstante logra ganar un par de monedas más, sin verle la emoción al juego, dice:

- Jugaré hasta al menos conseguir el dinero para hacer las compras de mañana.

No pasó ni cuatro horas cuando Matilda se aburre y decide salir de la casa de juegos a donde había asistido esa noche.
De camino a su casa, que no quedaba a mas de seis cuadras de la casa de juegos, se topa con un vagabundo, el que sin rodeos le dice:

- El diablo te ayuda y luego te cobra.

A lo que Matilda le responde un poco enojada y temerosa:

- Que el señor le reprenda y lo aleje de mi vida, no se porque me dice eso señor, pero a ese que usted mencionó, ni de broma hay que nombrarlo.

El vagabundo, que parecía traer con sigo problemas mentales, comenzó a balbucear una palabras que parecían de arrepentimiento pero que no se lograban escuchar con claridad, no eran mas que quejidos y lamentos que no se entendían.

Pasaron los días y Matilda no había vuelto al salón de juegos, ya que no le encontró ni la más mínima emoción ni diversión a ese mundo. Como todas las semanas, un día entre martes y jueves se topa con una de sus amigas quien le dice de tono de burla:

- Hola doña Matilda, ¿Como está usted?.

Matilde extrañada por la "cordialidad" en que le ha hablado su amiga y notando que venia con malas intenciones, le contesta casi reclamando:

- Caramba chica, ¿Y eso que usted me trata con tanta educación?... ¿de cuándo acá?.

A lo que su amiga le responde sin cambiar el tono burlezco:

- Es que una señora tan aburrida como usted se merece que le traten con educación, ya que los años que tiene, no solo se le nota en las arrugas y en las canas, sino también en la aburrida vida que lleva, sin diversión, sin riesgo y sin vivir una aventura.

Matilda un poco avergonzada por lo que le dice su amiga, le contesta con sarcasmo como autodefensa:

- Ajá, claro, la señorita que vive una vida de placeres con su cuerpo de quiceañera que hasta ahora no a envejecido... ¿ahora que quieres?

- ¿Yo?, estas equivocada querida, yo no quiero nada doña Matilda, ya tengo lo que necesito y consigo lo que quiero, pues, como verás para mi suerte, e ganado una cantidad apreciable de dinero el sabado por la noche, ahora voy de camino a comprarme el hermoso collar de perlas rosas que vi la semana pasada en la joyería, pues, quien plata tiene, hace y compra lo que quiere.

Matilda sorprendida y humillada, se despide con la excusa de tener que realizar las compras rapido para ir a preparar el almuerzo.

De camino a su casa, matilda no pudo sacarse de la mente aquellas palabras; "collar de perlas rosas" y "el que plata tiene, hace y compra lo que quiere", esas palabras se repetían a cada momento en su cabeza, tanto que no le dejó hacer las compras con tranquilidad, como Matilda era una señora muy bien organizada y precavida, ella siempre llevaba con sigo la lista de compras, la cual no llegaba a utilizar, pues siempre recordaba con claridad lo que compraría, pero el encuentro con su amiga y esas palabras que le dijo, le llevó a tener varios inconvenientes en las compras y a necesitar múltiples veces de la lista que no solía utilizar.

Ya en casa, Matilda parecía estar de mal humor, sus nietos habían llegado de visita, pero, parecía ser un mal momento, ya que a Matilda todo le pesaba, le molestaba y le fastidiaba.

Pensando y divagando, no quiso quedarse atrás, pues, hace unas semanas vio un abrigo de cuero que mucho le gustó y deseaba tener, el cual no compró por falta de dinero, ya que podía a verlo comprado en ese momento, sino porque descompletaria el dinero de las deudas y pagos los de servicios que eran mensuales.

La llama del Juego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora