El séptimo trébol.

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Matilda era una señora de la tercera edad, como una persona honrada pasó su vida trabajando y ahora cuenta con una pensión, su caso es muy particular ya que por motivos que no fueron expuestos ella se jubiló a la edad de 53 años, cansada de la vida monótona que llevaba decidió ir a explorar un mundo de juegos y placeres que sus amigas, ex compañeras de trabajo, le solían comentar cada vez que tenían la oportunidad de hablar con ella, le mencionaban sobre el gozo de duplicar su dinero en tan solo unos minutos o un par de horas, con algo de suerte y paciencia podían hacer el dinero se multiplicara, fanfarroneaban de sus logros y ocultaban sus perdidas, ya que para ellas perder un centavo era sinónimo de vergüenza.

Un dia Matilda decidida en ir a investigar lo que sus amigas le contaban con mucho orgullo, se alista de una manera sencilla, agradable y muy atractiva a pesar que no llevaba con sigo una prenda o vestido extravagante, llegando al sitio indicado y favorito para los principiantes que investigaban el mundo de los juegos de azar y apuesta, logra apreciar las luces de colores por fuera y dentro del lugar, los cuadros muy curiosos colgados en la pared que vestía un papel tapiz con un diseño vectorial, quedó asombrada por el inmenso salón de juegos, donde podia participar en muchísimos juegos de azar que ella jamás en su vida había visto, desde el slots, también conocido como tragamonedas, hasta el blackjack o también conocido como "21", pero al notar que las personas estaban como poseidas, apostaban y no salian del juego sino hasta quedar sin dinero o multiplicar lo que habían perdido, sintió un poco de miedo, pero en eso, para su suerte, se topa con unos de los crupier, un joven de estatura media, su color de piel era blanco, pero no un blanco leche, sino un blanco con una pequeña tonalidad canela, cabello liso, un rostro perfilado, tenía una buena apariencia. El crupier que iba de camino a cumplir su turno en la mesa de dados, ve la atractiva apariencia de Matilda, que en ese momento se encontraba distraída apreciando el inmenso salón, el crupier cambia su rumbo solo para apreciar mas de cerca la figura y rostro de atractiva mujer que era Matilda y nota la expresión de inseguridad y miedo que tenía, el joven se le acerca y le dice:

- Buenas noches mi querida dama, bienvenida al salón de juegos "El séptimo trébol", donde la suerte es tu mejor carta.

Matilda le responde sin mucho entusiasmo a tan alagadoras palabras del crupier:

- Muchas gracias joven.

El joven algo insistente en entablar una conversación con Matilda  dice:

- Puedo notar que usted es nueva por estos lados, ya que en mis 3 años trabajando como crupier en esta ciudad, nunca e llegado a ver su rostro por esta sala.

- Si joven, pues, anteriormente no había asistido a un salon de juegos, el único juego de azar que había jugado habría sido el Bingo y eso fue hace muchos años.

El joven al ver el rostro semi envejecido de Matilda, pintado de leve  arrugas gracias a su avanzada edad, le hizo recordar un poco a su abuela que ya para ese entonces había fallecido, sintió un poco de pena y le da el siguiente consejo:

- Mire Doña, este mundo no es para las personas de buen corazón. Esto que usted ve a aquí, con sus luces, su agradable presentación y su ambiente tentador, es un mundo de personas tacañas, codiciosas, deshonesta y unas mas que otras con avaricia. Yo le daré un consejo, regrese por dónde vino, que el dinero puede cambiar a las personas, incluso a la más honesta.

Matilda escuchando el consejo y la terrible descripción que dio el joven  sobre todas esas personas que participaban en los juegos de azar, se atemorizó y quiso salir corriendo, pero manteniendo la compostura y recordando lo que una vez su madre le dijo; "No todo lo que escuchas es cierto, las palabras cuando entra por oido cizañoso, se transforman y alteran la verdad de la historia" quiso probar a ver que tan malo podría ser, pues ella misma se decía; "Las palabras del segundo van por debajo de mi experiencia vivida" a lo que le responde al joven:

- Tranquilo muchacho, que solo jugaré un par de veces y luego me iré.

El joven preocupado por la Matilda que a simple vista se le notaba su noble corazón y poca malicia, le da una advertencia:

- La suerte va con el principiante y la desgracia con el experto, si gana el que lleva más tiempo es porque malicia tiene y ya conoce el truco del juego.

Matilda no haciéndole caso a las advertencias del crupier, se va a la maquina de tragamonedas, pues, estaba segura que su compostura y su fuerza de voluntad y no caería en ese mundo por un simple juego de azar.

La llama del Juego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora