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Sus ojos se hallaban acuosos, su rostro palidecía y sus labios resecos aclamaban sentir una pequeña gota de agua pura para saciar su sed.

Estaba solo y seguía en esa habitación con paredes de madera y estilo rústico.

El humo proveniente de un rumal de leña siendo quemada por abrazadoras y flamantes llamas de fuego en la tierra, se afincó en el ambiente, asustándolo.

Con dificultad alzó su pantalón, habían moretones instalados en cada pequeña porción de su delicada piel, ignoró el dolor y a duras penas bajó de la cama, cayendo por completo al suelo al andar torpemente y pisar un gato sin darse cuenta. El minino que dormía plácidamente, soltó un maullido agudo, consiguiendo que unas pisadas apresuradas se escucharan en dirección al cuarto.

No lo pensó y corrió como pudo hacia la ventana. Al jalar la tela de seda blanca que ocultaba la visión de los curiosos a las afueras, se topó con muchos árboles frondosos. Aquello sólo le avisaba que seguía cercano al bosque, si lo cruzaba, podía hallar a su madre o tal vez, a su padre.

ㅡAléjate de la ventana, no es seguro que des la cara. El enemigo podría verte.

Yoongi apareció con las manos rojas y oliendo a zumo de naranja, cortando sus pensamientos de huir de la cabaña.

ㅡ¿El enemigo podría verme? ㅡMordió sus labios. Esa sensación de melancolía otra vez.

Perfecto, lo había entendido perfecto, pero ¿Cuánto tenía que pasar para regresar a los brazos de su familia? ¿Tenía que morir? Alguien tenía que morir... Sí.

ㅡQuiero morirme ㅡDijo sin emoción alguna.
Desplomándose en el suelo y acercando sus rodillas a su pecho, miedoso, como queriendo huir de alguien en específico.

Aquel deseo frívolo le causaba pavor a un niño de su edad.

Jimin tenía miedo, sus acciones y sus palabras iban en contraria. Decía algo que realmente no quería, era imposible que estuviera pidiendo algo de tal magnitud y poder, la muerte. La muerte es tan dura y difícil que hasta los pies de Yoongi temblaron y no dudó en lanzar las tiras de naranja que llevaba al suelo para correr y abrazarlo con fuerza.

ㅡNo vuelvas a decirlo, no pienses así, todo esto pasará y volverás con tus padres, te lo aseguro. No llores ㅡAlzó con delicadeza su rostro y limpió sus lágrimas ㅡEres muy lindo para llorar tanto, tus ojitos ya no soportarán.

Yoongi sacó un pañuelo de emergencia que siempre llevaba en el lado izquierdo de su pantalón, lo extendió y borró cada lágrima que Jimin había derramado.

Jimin cerraba sus ojos ante el tacto.

ㅡEsto es pasajero.

ㅡ¿Pasajero? Si el enemigo podría verme, entonces en cualquier momento puede encontrarme y me matará.

ㅡ¿De dónde has sacado esa palabra? Un niño de tu edad no puede emplear esa palabra.

ㅡLlegó por sí sola a mi mente.

Yoongi se limitó a responder. Jimin seguiría diciendo cosas sin sentido, lo mejor era evitarlo. Ahora que lo veía callado, era bueno regresar a la cocina para seguir pelando naranjas. Su padre se encontraba en el campo y no tardaría en regresar.

ㅡ¿A dónde te vas? ㅡPreguntó Jimin cuando notó sus intenciones de dejarlo.

ㅡA la cocina, tengo que acabar con algo.

ㅡTengo miedo ¿Podrías quedarte conmigo? Te prometo no llorar.

Esa voz, esa dulce voz y esa mirada igualmente enternecedora. Yoongi no se negó y simplemente atinó a sentarse a su lado, sorprendiéndose cuando Jimin se recostó en su hombro.

La imperfección de amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora