Capítulo 14:

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Algo estaba ahogando a Cleo. Había algo en su garganta. Estaba despertando de un sueño en ella que se había estado ahogando, sofocándose.

Llena de miedo, pánico, y al mismo tiempo ira, Cleo trató de alcanzarse la cara, sólo para darse cuenta que sus manos eran agarradas, alejadas e inmovilizadas. Su mano izquierda se sentía apretada. Trató de levantarse y fue empujada hacia abajo.

- ¡Suéltenme! —gritó con desespero

-Todo está bien, Cleopatra. Ahora estás a salvo. Ahora estás a salvo. Deja de pelear. -

Cleo abrió los ojos. Dos mujeres, una con una bata blanca y muy alta, y la otra con uniforme de enfermera la cual es muy baja, incluso del promedio, la miraban.

- Hay un tubo en tu nariz que baja a la garganta. Si soltamos tus manos, no puedes tocar el tubo. ¿Está bien? -dijo la doctora.

Llegándole la plena conciencia, jadeó: -Está bien.

Cleo entonces fue consiente de todas las cosas que había conectadas en su cuerpo, movió levemente las manos solo para darse cuenta que su mano izquierda estaba vendada.

La doctora se inclinó sobre la barandilla de la cama. -Hay una intravenosa en tu mano para el suministro de líquidos. ¿Sabes dónde estás?

-Por el olor digo que es un hospital-dijo haciendo una mueca como si estuviera oliendo algo podrido.

Las dos mujeres sonrieron. La enfermera dijo: —Estás en el Hospital Buenaventura. Es un hospital privado-

Cleo asintió con la cabeza asimilando la situación.

-¿Sabes lo que te pasó?-

El secuestro, Reynaldo ahogándolo. Asher.

- ¡Asher!

La doctora llevó una mano consoladora a su hombro. —Tu compañero Asher, está en cirugía. Están tratando de arreglar su brazo. También tiene un pómulo fracturado, que ya fue reparado. Va a tener un poco de metal en él por un tiempo hasta que esté bien.

—Puede él... —No podía decir las palabras.

—Oh, va a vivir. Tiene lesiones graves, ambos estuvieron a punto de morir, pero lo peor ya paso. Fueron traídos en el último momento. Ahora, voy a quitarte el tubo de la nariz. Se sentirá extraño, pero no te preocupes, voy a hacerlo rápidamente. Listo.

Ella no estaba lista, pero la doctora lo hizo tan rápido que no tuvo tiempo de protestar. El jalón se sintió horrible y le siguió la sensación de un gusano o algo igualmente burdo deslizándose por su garganta y saliendo por la nariz, acompañado por una abrumadora sensación de pánico. Jadeando y tosiendo, tomó las manos de la doctora.

Lo peor fue cuando le quitaron el catéter de orina. Fue de las sensaciones más horribles y que nunca más quisiera experimentar. Su vagina ardía mientras la sensación de algo deslizándose le provoca asco.

Casi al instante en que la Doctora se fue, su padre entro.

- ¡Oh cariño!-

Le costó reconocer a ese hombre. Con camisa y Jeans (era muy raro verlo con traje) el cabello largo y despeinado, esa barba de días y toda descuidada, tenía ojeras y parecía haber envejecido mucho en un corto tiempo.

El hombre se abalanzo sobre ella, algo asustada por la actitud de su padre le regreso el abrazo. Y al segundo algo se rompió en ella.

Repentinamente se encontraba llorando, su llanto iba empeorando por segundo hasta el punto de que su boca salía alaridos de dolor. Sentía como si el abrazo de su padre fuera todo lo que necesitaba. Y aunque ya le empezaba arder la garganta y respirar le costaba, dejo que todo el dolor, miedo y pánico se fueran.

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