I.

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El despertador me hace abrir los ojos de golpe y lo apago ahogando un grito de resignación. Mierda, el reloj marca las 8:00 y empiezo las clases a las 8:15. Mi primer día, ¿y voy a llegar tarde? Salgo de la cama lo más rápido que puedo y voy hacia el armario, lo abro de golpe y cojo la camiseta que me regaló Michelle cuando llevábamos un mes siendo... siendo novios. Michelle... ¿que os puedo decir de ella? Era preciosa, tenia esa sonrisa que endulzaba las calles más tristes y esa risa que enamoraba a todo el que pasaba por su lado. Ella solo tenía un defecto: yo. Nunca he sido un chico amable pero ahora, desde que ella no está conmigo soy el tío más frío de la ciudad. Si alguien me ve sonreír que pida un deseo, porque sonreír es algo que hace mucho tiempo que no hago. Mis padres viven separados y yo estoy con mi madre en una casa a las afueras de la ciudad donde hay unas vistas impresionantes, desde allí puedo ver el mar, donde iba con Michelle a bañarme, recuerdo cuando la hacia enfadar y ella protestaba como una niña pequeña y la agarraba por la cintura, y nos besábamos debajo del agua y todo era tan... perfecto. Pero se terminó, tengo que hacer una nueva vida, por muy díficil que sea. Trás acabar de vestirme, me pongo perfume y bajo las escaleras. Voy en dirección hacia la cocina y como algo rápido y leo la nota que mi madre me ha dejado en la encimera: "¡No llegues tarde tu primer día de clases! Estaré trabajando y llegaré por la noche, te quiero mucho." Sonrío y cojo la mochila, salgo de casa y el viento me da en la cara, entonces una presencia me dice que hoy será un día díficil... sin ella a mi lado.

Llego a mi clase que esta al segundo piso, la misma del año pasado, y cojo lugar a la última silla de la última fila y veo los compañeros entrar, algunos del año pasado, otros no... y se van sentando. Algunos me cruzan miradas como diciendo: "Sé por lo que estás pasando, lo siento" pero lo cierto es que no tienen ni puta idea. Cuando estamos todos sentados, se abre la puerta y aparece una chica con el pelo rubio por la espalda, lo tiene liso pero con volumen y tiene lo ojos azules y con un tono de gris que me atraen de una manera inexplicable. Nunca me había sentido atraído por ninguna chica desde la muerta de Michelle, y no creo que nunca lo haga, pero esa chica tiene algo... parece un ángel. Inocente, buena... y yo tan cabron y frío. Somos totalmente polos opuestos. El tutor, con un tono de voz alegre, empieza a hablar:

- Buenos días a todos, me llamo Nate, seré vuestro tutor por el resto del curso, espero que nos llevemos muy bien... antes de todo, querría presentaros la nueva alumna. ¿Cómo te llamas?

Los capullos de la clase susurraron cuatro comentarios, seguro que compartian opiniones respecto su cuerpazo o cosas así. 

+ Me llamo Natalie.

- Bueno Natalie, esta será tu clase, tus compañeros te van a respetar y si no, me lo dices. Espero que te sientas cómoda en el centro. Siéntate allí. -- señaló la silla de mi lado --

+ Vale, grácias. -- se sonrojó, todos la miraban --

Mierda, no quería a nadie a mi lado, quería estar solo por todo el curso pero iba a ser imposible. Se sentó y contempló todas esas miradas que la intimidaban. Era raro porque era el único con la vista fijada al frente, sin mirar a la nueva alumna, aunque creo que eso le ayudaba porque estaba muerta de verguenza.

- Para iros conociendo... os pondré un trabajo.

Toda la clase estalló en gritos y quejas.

- ¡A callar todos! ¡Es un trabajo en el que os jugáys la nota del curso! 

Todos callaron de golpe. Mi mirada seguía dura y fría.

- Consisté en haceros cinco preguntas con la persona que tenéys al lado. Es un trabajo por parejas, y me lo entregaréys mañana.

La mitad de la clase se quejó pero el tutor no les hizo caso, y sonó el timbre anunciando que se había terminado la puta clase. De una vez por todas. Me cargué la mochila a la espalda y empezé a andar, quería salir de allí, pero una voz que vinó de detrás me desconcentró totalmente.

+ Hola, tenemos que... hacer un trabajo.

Mi mirada se coló en la suya y parecía tan inocente que me dió una sensación de ternura. La miré fríamente y a ella le entró una sensación de miedo que enseguida noté. Suspiré por lo bajo y saqué mi voz más fría e impotente.

- Lo sé.

Seguí andando pero me siguió, y se puso a mi lado sin antes avisar.

+ ¿En tu casa o en la mía?

La miré serio pero en mi cara se reflejaba la burla, y ella se enfadó sin expresarlo siquiera.

- En la biblioteca.

Sonrío y no supe porque.

+ A las cinco.

- A las seis.

+ Está bien... a las seis.

No le dije nada y seguí andando.

+ ¡No tardes! 

Me giré a mirarla y sonreía como si le hubiera tocado la lotería, pero esa sonrisa desapareció en cuánto mi mirada fría la intimidó hasta el más oscuro de los rinconces, y entonces, la volví a girar, y seguí caminando dejándole cada vez más atrás.

Parecía imposible volver a sonreír ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora