Lo peor de mí

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A veces la única manera de ser libres es enfrentar nuestra oscuridad y mi oscuridad estaba frente a mí.  Mi padrastro tenía una pistola en la mano y el alguacil también. Algo estaba mal. Ellos no estaban allí para pausar la pelea. Lo supe cuando lo vi a los ojos. Alejandro Baker tenía esa mirada, la misma que me traía malos recuerdos.

Ni siquiera siendo niña le tuve miedo. Sabía que me hacía daño, pero también que yo era más fuerte. Sus demonios lo hacían arrojarse sobre mi cuerpo, pero nunca le pertenecí. Sin embargo, esa noche era distinta. Algo estaba pasando y tenía que ser rápida.

Los lobos dejaron de pelear cuando el alguacil disparó varias veces en el aire. Cayden fue hacia su hermana, pero ella de algún modo, se sentía segura en los brazos de August. No importa cuántas veces nos digan que algo no está bien o que no es lo correcto. Los sentimientos son autónomos, no obedecen a reglas, no tienen prohibiciones. August la protegía con su cuerpo, Candace lo abrazaba por todo lo que lo había echado de menos y supe que él podía enfrentarse a miles de manadas para que ella estuviera a salvo.

-¡Rompieron el pacto! -Reprochó el padre de Brandon y quise saber, ¿cuál era ese pacto?

-Si no hubieses interrumpido ya Katherine estaría muerta -Danielle se expresó con la suficiencia de un tipo que subestima a las mujeres.

-¡Tus órdenes no eran matarla! -Se quejó August con rabia y jamás pensé que sería justo él quien se preocupara por mi vida.

-¡La fraternidad no me da órdenes!

-¿Seguro? -Mi padrastro caminó hacia Danielle, no entendía cómo era posible que se conocieran, pero ejercía su poder. De pronto, todos los lobos volvieron a su forma humana.

La nieve caía con fuerza y de un momento a otro comenzaron a llegar más personas. A algunos los conocía de cara, a otros, de la iglesia. Cada uno de ellos tenía una vela en la mano, pero muchos, estaban armados.

-Te ahorraré la masacre -exclamó mi padrastro con su actitud petulante y se olvidó de Danielle para dirigirse a mí.

Mis sentidos estaban alerta. Grace me había dicho que no existían los lobos en Star Forest. También me dijo que August no era un vampiro, pero lo era. Pude presenciarlo con mis propios ojos y si las habilidades que había aprendido con Selene no le revelaban la verdad, era porque la hechicera la controlaba. 

Tenía sentido. Selene la entrenó a su voluntad. La tuvo desde una niña y siendo la hechicera más antigua del pueblo, tenía razones para creer que la estaba utilizando para fortalecerse. Si Grace era tan poderosa como le hacían creer, no debía tener errores y sin embargo... no pudo darse cuenta de que yo era un lobo.

Comencé a inquietarme al saber que la había dejado sola con Selene. Mi prioridad era salir del bosque. Necesitaba ir a buscarla, pero mi padrastro dejó de acercarse cuando estuvo a escasos centímetros de mí. La atención se centraba en nosotros y las ganas de matar iban incrementándose a medida que su olor invadía mis fosas nasales.

Sabía que una gran parte de esos lobos matarían por mí, que podíamos ganar. Que incluso Danielle se pondría de mi parte. Más allá de nuestra disputa por el liderazgo, éramos familia. Teníamos ventaja, éramos más fuertes y los superábamos en número, o eso pensé hasta que más personas llegaron a nosotros. Entre esas, vi a Ashley correr hacia Candace y abrazarla sin siquiera entender qué estaba pasando.

También estaba mi madre, Andrea, y la madre de Brandon, alcaldesa de Star Forest. Habían vidas inocentes y las estaban atrayendo hacia nosotros.

-Pequeña -Mi madre llegó hacia mí. Odiaba necesitarla. Odiaba que sus brazos fueran tan cálidos. Odiaba que siguiera con él. Y quise que su contacto no fuera reconfortante.

Siempre vuelvo a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora