Final:

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GRACE:

Traté de curarla, pero mis poderes no la trajeron de vuelta. Utilicé toda mi energía para que volviera, mientras August intentaba explicarme que, si no nos íbamos pronto, no podríamos salir.

—No la dejen escapar —fue lo único que dijo Olivia antes de que nos rodearan.

Se estaba haciendo tarde.

Le pedí a August que se fuera, pero permaneció a mi lado, inmutable ante la amenaza de docenas de personas avanzando hacia nosotros.

Podía utilizar mi magia para pelear contra ellos, o podía usarla para mi última opción. Practicar la nicromancia estaba prohibido. Selene me había advertido que hacerlo sería el comienzo de las verdaderas pesadillas, pero dejé de temerle a las pesadillas, cuando la más grande se hizo verdad.

Me aferré a su cuerpo y cerré los ojos. Visualicé su mirada y se convirtió en escudo en medio de un espacio que no reconocía. No se parecía a mis pesadillas. Tampoco era natural. Yo no estaba soñando. Era otro sitio. Ya no estaba en el auditorio. O al menos una parte de mí se había ido.

Seguí avanzando a través de la música. Una melodía retumbaba en mi cuerpo mientras me habría paso en la oscuridad. Comencé a sentir que pisaba las estrellas, caminando entre constelaciones, mientras sus ojos me decían por cuál camino seguir. Por encima de mí, del pasado, de la infertilidad de las promesas, de los infinitos que jamás volvieron a nacer. Estaba por encima de las mentiras que decimos para salvar lo amado. Arriba de aquello que callamos para que la otra persona sobreviva. Mi magia me condujo al siguiente nivel y la esencia de Katherine me guio a un suelo nuevo, a una atmósfera ajena, a un sitio desconocido en donde podríamos encontrarnos.

Y dejé de pensar en sus pálidos labios, en su cuerpo sin vida, en su traición. Olivia fue un pase. Katherine siempre fue la razón. Ella me cuidó desde el primer instante. Jamás hubo dudas. Entregó todo para salvarme, pero dejé de querer que apostara por mí cuando me di cuenta de que su vida era la recompensa para que yo sobreviviera.

Mi magia va llevándome y el poder que existe en mí atraviesa los portales. Ninguna pesadilla es tan grande. Selene me dijo que no más de tres personas en la tierra tenían el poder necesario para jugar con la muerte, pero yo sí. También fue explícita cuando aclaró que las probabilidades de que muriera sobrepasaban las posibilidades de que tuviera éxito, pero es un riesgo que quise tomar.

Sigo avanzando. No me asustan las puertas, si la recompensa son sus ojos. Quiero que nunca se acabe. Sé que de algún modo estoy avanzando hacia ella. Mi magia me lleva, no soy débil, ella no es mi media mitad. El amor que va por encima de imposibles, les gana a las constelaciones y se impone por encima de las reglas creadas para separar. Ella y yo lo somos todo y su recuerdo me atraviesa. Recuerdos del pasado se cuelan en mi mente. Es ella y somos nosotras. Sé que debo dejarme llevar. Debo recordarla hasta fusionarme con su espíritu, hasta romper las distancias, hasta traerla de vuelta, a cualquier precio.


—Duerme conmigo. Quiero dormir contigo. ¿Puedes dormir conmigo? —Esa fue la primera pregunta que le hice, después de su intento de escape. Tenía seis años y quería a mi mamá, pero su presencia me tranquilizaba.

—Puedes y hay muchas cosas que también puedes y yo te las voy a explicar —Katherine tenía 9, pero hablaba como una niña grande.

Se veía segura de sí misma, yo no podía intuir que la estaban lastimando. Cuando entré en su cuarto, me di cuenta de que no tenía muñecas. Yo tampoco tenía. Había dejado todo en casa. Hubiese deseado dormir con Ana, mi muñeca favorita, la que siempre me acompañaba. Era una noche muy triste, había perdido a mi madre, así que me dije que no era importante, aunque muy en el fondo, para una bebé sin madre, lo mejor es una muñeca para abrazar.

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⏰ Última actualización: Oct 04, 2020 ⏰

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