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💈© autor: taraada
💈© pareja: staig (stan + craig)

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El glauco que tinta aquellos irises se hunde entre la multitud del mercado que viene y va de puesto en puesto. A sus oídos llegan las engatusantes palabras de una anciana que ofrece amuletos de buena suerte y en un susurro pociones de tinte oscuro que prometen una venganza segura a tu enemigo; la petulante voz de un joyero se alza para ofrecer joyas finas y decoradas con piedras preciosas a las damas que se pasean cerca de él y los mercaderes ofrecen otro sin fin de productos que van desde ropa, comida, condimentos, hierbas, etc. Pero a Craig poco le importa todo eso, ahora mismo debe hallar un objetivo entre aquella multitud para conseguir dinero rápido y fácil.

Desde el otro lado, junto a un puesto de pescados, Clyde ya se ha hecho con una bolsa de monedas junto con la ayuda de Jimmy. Ellos le hacen señas de que se alejaran para conseguir más botín y este hace un gesto precavido con la mano. El barullo que hacen las personas lo distrae por momentos y decide alzar un poco más la vista desde su posición para ver porqué se ha producido tanto escándalo de pronto. Sonríe, perfilando con su lengua sus labios, al ver quienes se abren paso por el lugar. Acaba de encontrar a su objetivo, caminando directamente hacia él.

Craig es paciente, espera a que su presa se acerque por voluntad propia y no retira su mirada en ningún momento de aquellos orbes índigo hasta que finalmente se encuentran con los suyos. No hace ninguna señal de provocación para llamar su atención porque sabe que él irá a su encuentro por voluntad propia. Camina en silencio por un callejón, al final puede ver la muralla que rodea el reino y los separa del bosque, y cuando llega al final de este recién detiene su paso. No hay salida. Hay una escalera vieja que no pierde de vista, siempre siendo precavido y con una posible salida a mano.

-¿Tendré que llevarte al calabozo otra vez, Craig?

El susodicho se voltea en dirección a donde ha provenido la voz, su expresión estoica no cambia a pesar de que haber escuchado su nombre ser pronunciado por él le haya remecido completamente el corazón. Se encoge de hombros y levanta sus manos como si con ese quisiera despojarse de toda sospecha.

-Yo no he hecho nada, señor -una de sus manos cae, rozando con sus dedos la daga en el cinturon de su cadera-. Aún no

El filo del arma se refleja con un destello por la luz del sol que se cuela por entre algunos rincones y el cuerpo de Craig se precipita de manera violenta contra el otro, pero su contrario actúa de acuerdo a cómo todos esperarían que lo hiciera un hombre de su linaje y detiene su ataque empotrandolo contra la pared, obligándolo a soltar la daga mientras retuerce su brazo contra su espalda.

-¿No crees que te estas pasando un...poco, Stan? -Craig jadea y aprieta la mandíbula por el dolor punzante en su brazo. Su rostro está pegado a la pared de ladrillo y con cada esfuerzo que hace por liberarse su piel se daña contra la superficie rasposa.

-Si te comportaras bien, entonces yo no tendría que tratarte mal

Stan se inclina contra el cuerpo del ladrón y se acerca hacia el rostro ajeno, rozando brevemente sus narices. Craig suspira, anhelando ser liberado y también que aquella distancia que separa sus labios se rompa de una maldita vez. Marsh poco a poco va soltando su agarre y Tucker aprovecha para ir volteandose y encontrarse cara a cara con el otro.

-¿Acaso estás preocupado por mi? -con un tono burlón se enfrenta a la mirada de matiz índigo que penetra contra sus serios orbes de tono verdoso.

Stan no responde, levanta una de sus manos hasta tomar el rostro de Craig y acercarlo hacia él, logrando que sus labios choquen y se acaricien entre ellos con un frenesí que cualquier amante envidiaria tener. Los dedos fríos y largos de Stan se aventuran bajo la camisa de Tucker, apretando y acariciando la piel bronceada que ha recorrido más veces de las que puede contar, y los de Craig se enroscan entre los cabellos azabaches para impedir que Marsh se atreva a abandonar sus labios. Enajenados en su propio mundo, Craig no sabe cuando tiempo ha pasado desde que Stan ha atacado ferozmente sus labios, pero sabe que tiene que detenerse cuando una de las piernas del guardia se abre paso entre las suyas. Se separa a duras penas, empujando al otro desde sus hombros y apartandolo para arreglarse su ropa.

-Tengo que volver al trabajo, Marsh -Craig toma la iniciativa de marcharse primero, escalando las primeras tablas de madera de la escalera que sube hasta el techo de casa, sin embargo su mano se ve atrapada por la de Stan y tiene que voltear para saber que es lo que quiere, aunque se libera rápidamente de aquel agarre.

-¿Iras a verme a medianoche?

Craig sonríe de soslayo al escuchar aquellas palabras y asiente, iluminando el rostro ajeno de esperanza.

-No pensé que iba a ser tan fácil robar tu corazón, Stan -susurra, plantando un último beso en los belfos de Marsh y subiendo rápidamente la escalera para que el otro no notara sus mejillas sonrosadas-. ¡Y tampoco tu dinero, idiota!

-¿Eh? -Stan se palpa el lugar donde debería colgar su bolsa con monedas, pero ahí ya no hay nada-. ¡Joder, Tucker!

Craig salta por los techos para ir al punto de encuentro acordado con sus compañeros, sintiendo el palpitar de su corazón contra su pecho y una tormenta de sentimientos por aquel hombre que lo sobrecogen y emocionan a la vez.

Parece que a Stan no era al único al que le habían robado el corazón.

━━━━━━ SOUTH PARK : one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora