4 "En el que el príncipe Justin es secuestrado por una bruja"

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Clemence no volvió aparecer por la floristería algo que no resultó tan agradable para Melodía quién sin haberlo deseado le había empezado a coger algo de cariño aunque lo negase cada vez que Howl o Sophie iniciaban esa conversación.

Los días resultaban tranquilos al igual que las conversaciones con el fuego, el mago Howl a veces desaparecía durante horas y regresaba bien entrada la noche siempre trayendo algún presente para Sophie y la muchacha quién había sido fanática de aquellas historias guardaba aquellos recuerdos atesorandolos en su mente, era divertido sentarse junto a Calcifer y cualquiera diría que planeaban montar un grupo de música ya que a la canción de las sartenes ahora se sumaba la de las ollas y violines.

_ Tu maldición es extraña. _ Dijo una noche el demonio del fuego. _ Es como si te la hubiera lanzado algún tipo de demonio y uno muy poderoso.

_ Mi madrastra es lo más parecido desde luego. _ La manga se le levantó mostrando las cicatrices provocadas por los cinturonazos. _ Esa mujer era el diablo personificado... ¿Sabes? Era Galesa...

El demonio puso los ojos como platos un segundo.

_ Sí, Calcifer venía del mundo de Howl ¿Pero es una tontería no?

_ No lo sé. _ Comentó el demonio. _ Pero deberías contárselo a ellos.

La muchacha lo miró pensativa era una opción realmente necesaria pero apenas se atrevía. Aquella mañana estaba tan aburrida que decidió coger una hoja que encontró en un cajón y una pluma comenzando así el trazo de un dibujo aunque era todo extraño y creía en su mente que aquel gato que andaba dibujando podía realmente moverse. Desechó el dibujo dejándolo encima de la mesa y salió a buscar a Sophie quien se encontraba en el mercado.

_ ¿Ya sabes como romperás la maldición? _ Le preguntó seriamente mientras observaba los distintos pescados.

_ La verdad es que no, no me gustaría romperla... Me gusta demasiado este lugar.

_ ¿Pero no echas de menos tu casa? _ Preguntó extrañada.

_ A veces, pero no me queda nadie allí...

La conversación no continuó hasta la noche cuando Howl hizo su entrada triunfal.

_ ¿Qué tiene que hacer uno para que le saluden en esta casa? _ Protestó haciendo un gesto de lo más teatral.

La muchacha suspiró riéndose al ver como Sophie contraatacó llamándolo vago arrogante y se acercó a Michael que continuó la misma conversación de Sophie aquella mañana.

_ ¿Por qué no quieres volver a casa? ¿Es por tu madrastra? _ Se mostraba curioso pero ella estaba tan cansada de aquellas preguntas que no pudo evitar estallar de mala manera.

_ ¿Por qué os interesa tanto saber acerca de mi vida? ¡No! No era feliz ¿Es que no os habéis enterado de que ella es la bruja que me puso esta... Maldición? _ Se sentía mal por cargar contra sus amigos pero no podía parar, estaba desatada. _ ¡Esa mujer no paraba de golpearme y humillarme constantemente, tenía a mi padre poseído hasta que lo mató, porque aunque los médicos dijeron que era cáncer de colon estoy segura de que fue ella!

_ Vaya... _ Respondió Michael entre asustado y perplejo, había conseguido que sus personajes favoritos dirigieran ante ella sus rostros perplejos.

_ Y ahora acabo de hacer una estupidez. _ Lloró. _ Porque vosotros no tenéis ninguna culpa....

<< Miau >> Sonó de pronto por la habitación. << Miau Miau >> Sophie se acercó a Melodía para tranquilizarla. << Miaaaau >>

_ Es todo... ¿Habéis oído eso? _ Un golpe en un cajón y otro maullido provocó que Howl curioso abriera el cajón de su mesa, allí estaba el folio que la chica había estado dibujando y encima de él un gato de color blancos y enormes ojos amarillos. _ A ver... ¿Quién lo ha traído? ¿Michael? ¿Sophie? ¿Quién ha sido?

El castillo ambulante - La maldición de la bruja -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora