NARRA Y.
Era un hecho que él ni siquiera sabía mi nombre.
Yo tampoco el suyo.
La verdad, incluso dudaba de que a duras penas se hubiera dado cuenta de que éramos vecinos.
Por otro lado, yo sabía muchas cosas acerca de su persona.
A pesar de que él jamás me prestó atención, siempre tuve curiosidad por saber quién era el chico que vivía a tan solo unos metros de mí.
Observar su habitación desde mi ventana era algo así como una mezcolanza entre un hábito y un pasatiempo.
Esas eran las habilidades que había adquirido durante los tres últimos meses antes de conocerlo.
Me dedicaba a ver como aquella señora tan estridente que trabajaba para su familia entraba a su cuarto.
También, a admirarlo cuando se sentaba sobre su escritorio libro en mano.
Por ello, cuando por fin pude entablar conversación con él, me sentí francamente bien.
En mis 12 años de vida, nunca antes había presentido que tenía tanto en común con una persona como lo presentí con <<x>>
En ese tiempo, creía que lo idolatraba masivamente a raíz de haberlo espiado tantos días y que por esta razón, anhelaba ser muy amigo suyo.
Ciertamente, era más que eso e incluso dentro de la inocencia infantil, uno no puede escapar de quién es.
Cuando durmió en mi casa por primera vez, casi exploté de emoción.
Durante toda la semana siguiente a esa noche, estuve yendo a buscarlo a su hogar cada tarde sin excepción alguna.
Parecía que aún siendo nuestras personalidades totalmente diferentes, algo nos unía de una forma súbita y firme.
No sabía como calificar esa sensación, ¿una conexión quizá?
Lo que sí podía decir era que tras un par de meses viéndonos a diario, habíamos forjado una relación de la calidad de una con años de dedicación.
De esta forma, ya tras los primeros 30 días de vida de nuestra amistad, a <<x>> le notificaron que en septiembre lo ascenderían de curso porque sus capacidades no se adaptaban a las de sus compañeros.
Esto significó que iríamos juntos a clase, lo cual implicaría pasar inclusive más tiempo el uno con el otro.
Celebramos tal cosa con una acampada en el campo de Pablo, un amigo de mi hermana Julia.
Jul compró todo tipo de carnes, chucherías y bebidas para nosotros.
Ella había tenido un problema en el trabajo por culpa, otra vez, de mamá. Pero, de todas formas, hizo lo posible por preparar aquel día para nosotros.
Pasó a recogernos a las 10 de la mañana y llegamos dónde Pablo a las 11 y seis.- Conque ya estáis aquí. Mirad qué tengo detrás niños - nos recibió señalando su gran piscina - la he llenado solo por vosotros, de nada ehh.
- ¡Muchísimas gracias Pablo! - chillé emocionado.
En menos de 2 minutos me había quitado toda la ropa y tirado al agua.
Mientras tanto <<x>> dio un escueto "gracias" y se sentó en el borde para meter únicamente sus pies.
Luego se dejó caer sobre el césped y cerró sus luceros color piedra.
Un cuarto de hora de nados más tarde, pensé que ya era tiempo de que mi amigo se zambullera también.
Lucía bastante acalorado.- Ey, <<x>> porqué no te quitas la camiseta y entras conmigo - cuestioné.
Él se sonrojó y trato de esquivar mi mirada a toda costa. Fue muy extraño.
- No quiero, no me apetece.
Dijo él cabizbajo.
- ¡Oh! vaaaamos.
Requeteinsistí.
- No.
- Vamos...
- NO.
Lo salpiqué con ganas y volví a repetir.
- Vamos, vamos, ¡Vamos!
- ¡Déjame en paz! Idiota, ya te he dicho que no quiero.
De la nada <<x>> alzó muchísimo la voz, se levantó y se fue rápidamente. Yo no entendía qué andaba mal y al ver que no volvía, me sentí aún más desorientado.
Salí de la alberca y caminé tras él.
Sentía mis ojos vidriosos a causa del miedo a poder haberlo ofendido de alguna manera y que ya no quisiera ser mi amigo.
<<X>> se había establecido en una silla que estaba cerca de la mesa de los aperitivos.
Sostenía una gominola en sus manos e iba a comérsela.
Sin embargo, al verme allí pasmado como un subnormal y medio llorando, un mohín interrogante se adueñó de su cara.- Lo siento mucho si hice algo que te molestó... Yo solo quería disfrutar junto a tí en el agua y parecías tener calor. Perdóname, no pretendía resultarte desagradable - expliqué sin poder evitar que una lagrimilla diminuta escapara de mis ojos.
Él cambió su expresión a una de alivio, metió lentamente la chuchería en su boca y tras tragarla suspiró notoriamente.
<<X>> habló :- Pedazo de tonto, no seas estúpido... tú no hiciste nada mal, es solo que estoy un tanto irritable porque me da vergüenza.
- ¿Vergüenza? ¿De-de qué exactamente? - pregunté.
- No me gusta quitarme la camiseta frente a otros, porque estoy demasiado delgado y eso... Si recuerdas, el día que me quedé en tu casa tampoco me cambié delante de tí, sino que lo hice en privado.
Además tú estás tan... - hizo una pausa y bajó considerablemente el volumen de su voz - tan bien.No tenía idea de cómo contestar a eso.
Por un lado, que él dijera que yo "estaba bien" me produjo una especie de cosquilleo.
Por otro, no entendía como podía estar inseguro.
Es decir, yo lo veía tan guapo...
Quise animarlo, animarlo de corazón.
Necesitaba hacerle saber que a mí me "gustaba" tal y como era.
Pero simplemente no lo hice, porque sentir así, fue raro.
Ese deseo que tenía por donarle todos mis mimos no era nada parecido a cuando lo hacía con el resto de mis amigos.
No sabía qué era eso.~ *** ~
Estuve con un nudo en el estómago y la espinita clavada todo el día.
Pensé.
Y pensé.
Y pensé.
Y PENSÉ.Y al final, me dije que si se daba otra situación de este calibre haría frente a mis propias cavilaciones, aunque por ahora solo pudiera hacerlo internamente.
~ *** ~
Llegó la noche y con ella nuestro cansancio.
Yo estaba sentado sobre unas mantas.
Él, se acurrucó contra su saco de dormir.
Somnoliento en exceso, deslizó su dedo índice por la curva de mi nariz.
Contuve la respiración a causa de los nervios.
Entonces, <<x>> murmuró :- Tú nariz y la mía son extrañamente similares, por no decir idénticas. Qué perturbador.
- Bueno, a pesar de eso tu cara sigue estando mejor que la mía. La gente mataría por tener unos ojos tan bonitos... - respondí valiente.
- No seas como yo y te tengas en tan baja estima como para verte siempre tan horrible. Debes ser tu propio número uno, tonto.
Eres el chico más impresionante que ví nunca. Aprovéchalo.Bostezó, se dio media vuelta y antes de que yo pudiese reaccionar, ya se había dormido.
Estaba muy sorprendido por sus palabras, sin duda el sueño le afectaba al cerebro, y mucho.
Sonreí para mí y desde ese momento aprendí a tener los niveles de amor propio muchísimo más arriba.
Después pensé que aunque <<x>> me había hecho cambiar de opinión en lo que a mí se refiere, en el fondo lo sentía.
¿Que por qué? porque mi número uno ya estaba empezando a ser él, y, probablemente lo sería toda la vida. No podía cumplir al cien por cien con eso de ser my own number one. Sorry <<x>>.