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NARRA X.

Iba caminando por la calle con Jose y los chavales.
Habíamos estado de fiesta en una discoteca, en la cual entramos con carnet falso y mucha labia.
Todos lo pasaban bien y hablaban entre sí, pero yo terminé por desconectar de la realidad y mi mente fue a dar una vuelta por un sitio que se conocía muy bien : ÉL
Habían pasado tres años y medio desde que lo vi por última vez.
Yo iba a cumplir mis 15 años en agosto y, él, ya tendría los 16 en octubre.
Me preguntaba constantemente cómo sería, si le habría cambiado ya la voz, si estaría alto o si su pelo mantendría el rubio de siempre.
Mientras más crecía, más pensaba en <<y>>
Empecé a darme cuenta de que lo imaginaba una y otra vez, sonriente en una noche de verano. Recreaba en mi cabeza una versión de él siendo un adolescente y eso me producía sensaciones distintas a cuando era un niño, sensaciones que como puberto podía identificar pero que no quería razonar.
Habíamos permanecido lejos durante tanto tiempo...
Sentía miedo de muchas cosas, de que ya no fuera el mismo, de que nunca más lo volviera a ver después de discutir y que yo me mudase sin arreglar las cosas.

- Hey, bro esa niña te está mirando mucho - dijo Jose sacándome de mis cavilaciones - pídele el Instagram, te lo da fijísimo.

La miré y sí, definitivamente quería algo. Me sonrió y le devolví la sonrisa con cortesía. Luego respondí escuetamente a mi amigo.

- Paso, no me interesa. 

Me encogí de hombros y seguí mi camino dejando a todos boquiabiertos tras de mí, pues era la décima vez que me comportaba así en lo que llevábamos de semana.

David corrió hacia mí siendo el primero en reaccionar

- Tío pero tú eres ciego o qué coño te pasa, empiezo a creer que no tienes instintos. Estás muerto por dentro - dijo dramáticamente agitando sus manos

- Simplemente no me interesa, eso es todo.

- No, si a ti nunca te interesa nada - añadió Iker.

- Me interesan muchas cosas - contesté

- Déjalo Iker - sonrió David - Estoy empezando a pensar que o es asocial, o es maricón.

Todos comenzaron a reír mientras reanudaban el camino otra vez, comenzando una nueva y jovial conversación entre ellos.

Yo me había quedado quieto, pensando durante unos segundos en las últimas palabras de  David y en que tal vez ambas cosas eran ciertas... Tal vez, solo tal vez.

Sentí entonces una mano en el hombro. Era Jose, quien todo este tiempo había estado a un par de pasos por detrás de mí.

- ¿Estás bien? - cuestionó 

- Sí - mentí.

- Tan cerrado como siempre... Nunca cambiarás. ¿Siempre fuiste así o hubo un tiempo en el que sí sonreías? - bromeó - En fin, espero que sepas que sea lo que sea, tú y yo sí somos amigos.

No pude decirle nada al respecto ese día, pero sus palabras me sirvieron de mucho y de alguna forma me hicieron sentir menos solo.

Me fui a casa y  al abrir la puerta mi tía estaba en el salón. Había pasado la noche esperando a que regresara. Nunca se quedaba tranquila cuando yo salía.

- Hola, ¿Qué tal lo has pasado hoy? ¿Hacía frío? Deberías haberte llevado una sudadera.

- Tita, estamos en junio a 27 grados a las doce de la noche. No, no tengo frío. ¿Ha llegado ya Paula? 

- No, tu prima me ha escrito diciendo que vuelve más tarde hoy - respondió con aire preocupado.

Asentí y me fui a la cocina a prepararme un sándwich.
Tras untar un poco de mantequilla en el pan bimbo, mi pan de confianza, me acerqué de nuevo a mi tía.

- Vete a dormir anda, yo la espero hasta que vuelva.

- ¿Seguro? - preguntó entre cansada y esperanzada.

- Segurísimo.

- Está bien, no olvidéis que mañana nos levantamos temprano para ir a ver a la abuela y a tus padres - me recordó.

- Ya lo sé, me lo has dicho como 85 veces hoy.

- Mi lii his dichi ochinticinqui vicis hiy - se burló - no sé a quién habrás sacado lo amargado de verdad.

- A tí - respondí secamente.

Segundos después ella me tiró su chancla a la par que se disponía a subir las escaleras rumbo hacia su habitación.
Me senté en el sofá y encendí la televisión, más por tener ruido de fondo que por querer verla realmente.
Estuve esperando por más de dos horas hasta que, por fin, llegó a casa Paula.

- A buenas horas llegas tú, desgraciada.

- Y eso a ti qué enano - respondió - ¿dónde está la cena?

- No hay nada preparado, yo me he hecho un sándwich, pero tienes ensalada o también pizza congelada si quieres.

- Optaré por la pizza, gracias.

- No me extrañaría que un día de estos te petara el corazón de tanta mierda que comes - comenté divertido.

- Moriría feliz, te lo aseguro. Por cierto, hablando de corazones que han petado ¿te ha dicho ya mi madre que mañana tenemos que hacer hora y media de viaje para ver 3 lápidas de mierda y volvernos para atrás?

- Efectivamente, de hecho hará un par de horas desde que me lo ha recordado por millonésima vez.
No le veo el sentido la verdad, son mis padres y nuestra abuela, la cual me crió durante muchos años.
Claro que los llevo en el corazón y toda esa mierda, pero de nada sirve visitar cuatro piedras mal puestas.

- Accurate mi querido primo, accurate. Pero mejor que mi hermosa madre no te oiga decir eso, porque como se entere de que blasfemas así, ella y su supuesto Diosito te patearán el culo con su poderosa biblia.

Nos miramos y nos reímos un rato de la situación.
Luego, me fui a dormir pensando en que ya hacía un buen desde que la abuela había muerto y me terminé mudando con mi tía.
Curiosamente, a parte de en los juicios, no había vuelto a ver a la sarnosa de Anna desde entonces.
" Ni a <<y>>" me susurró la voz de mi conciencia.
Era cierto, ni a <<y>>... Y honestamente, no sabía si quería con todas mis fuerzas encontrármelo en nuestra ciudad natal al día siguiente o si por el contrario, prefería que eso so sucediera ni por asomo.

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⏰ Última actualización: Sep 26, 2021 ⏰

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1ª Forma : GraciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora