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NARRA X.

Nuestras vidas continuaron, porque tristemente, la gente muere pero el tiempo no se detiene por ninguna persona.
Durante un par de semanas <<y>> fue un niño en tierras de Nadie puesto que carecía de custodia.
No lo ví por ese periodo.
A decir verdad y contra mi propio pronóstico, lo eché especialmente de menos.
Julia luchó legalmente lo que no está escrito para que el estado le permitiese hacerse cargo de él.
Hubo muchas trabas debido a lo joven que ella era, pero al final lo consiguió sorpresivamente rápido.
Cuando me enteré estaba tan feliz que no podía evitar contener mi sonrisa.
Seguí con aquella emoción hasta que llegó el día en que <<y>> pondría un pie de nuevo en su hogar.
Jul nos invitó a Anneliese, a Liesel y a mí a ver una película.
Que estuviéramos allí era algo así como una medio sorpresa para <<y>>.
Su hermana quería que se despejase un poco y esas cosas, así que mientras él llegaba nosotros aguardábamos en el sofá de su salón jugando a la Oca.
Liesel y Anne eran unas amigas de clase con las que quedábamos de vez en cuando.
Éramos una especie de grupo de amigos pero dividido en dos bandos, ellas dos por una parte e <<y>> y yo por otra.
Liesel era mestiza. Mitad alemana mitad española.
Lo cual le proporcionaba un aspecto un tanto peculiar.
Sin embargo, Anneliese era íntegramente germana y no dominaba muy bien nuestro idioma, por ello se volvió tan cercana a esta última.
Era la única niña con la que podía comunicarse cómodamente, su lengua materna era la misma.
Ciertamente la barrera idiomática nunca fue para Anne un problema en cuánto a acosarme se refiere.
Siempre estuvo loca por mí.
En fin, después de varias horas de espera, el sonido del timbre retumbó por toda la casa.
Julia, bastante torpe y apresurada, dejó los  bocatas que estaba preparando y corrió hacia la puerta como si la vida le fuera en ello.
Contuve la respiración.
La puerta hizo click, se abrió.
A medida que los segundos pasaban, la velocidad en la que transcurría el tiempo se ralentizaba.
Oí a Jul intercambiar vagas palabras con un hombre, de asuntos sociales supuse.
La puerta se cerró.
Pasos se acercan al salón.
Sentí ganas de reír.
<<Y>> apareció ante nosotros.
Automáticamente mi sonrisa incipiente desapareció, y el momento de la espera dejó de ser mágico.
No pude reconocer a <<y>> en aquel niño.
Había adelgazado notoriamente, tenía ojeras y un semblante increíblemente desvalido.
Él debió notar nuestras caras horrorizadas, así que trató de mostrarse más vivaz.
Aún así parecía muerto en vida.
Nos pusimos a comer y a jugar y el interpretaba a la perfección el rol de su viejo yo. Pero por muy buen actor que fuese yo sabía que solo era una copia, una imitación.

- Ey, te toca lanzar - me espetó Liesel.

- Uuuh en qué piensas para estar tan distraído - canturreó <<y>>

- Eh... Lo siento, uno no puede ni distraerse un segundo - tomé el dado y lancé - ¡Já! De oca en oca y tiro por qué me toca - grité victorioso.

- Pura suerte - añadió Anne.

Volví a lanzar, sacándo de nuevo un seis, lo cual me llevó a un de oca a oca más. De esta forma gané la partida.
Después de mí quedó Anne, luego Liesel y por último <<y>>.

- Wow <<y>> perdiendo como siempre - me burlé - deberías aprender del maestro.

- Tampoco te lo creas tanto, la oca es lo único dónde ganarás en esta vida.

Tras estas palabras todos estallamos en carcajadas.
La siguientes horas de la tarde transcurrieron divertidas.
Finalmente, a eso de las ocho, Anne y Lies se marcharon a sus respectivas casas.
Julia llamó a Anna y le dijo que ese día dormiría con <<y>> para celebrar, cosa que agradecí.
Este último y yo recogíamos la mesa mientras que su hermana me preparaba el colchón junto a su lecho.
Luego, fuimos directamente dispuestos a probar que tan bien se estaba en la cama.
Una vez entre las sábanas, nos dimos las buenas noches normalmente.
<<Y>> parecía ser el mismo de siempre, pero aún así yo sospechaba que algo no andaba bien al cien por cien.
Dos horas después de que las luces se hubieron apagado, mi compañero de pijamas se levantó y se acercó a mí, al parecer con ánimos de comprobar si estaba dormido.
Hice como si me hallara en el séptimo sueño y seguidamente oí como la puerta de la habitación se cerraba tras de sí.
Un par de minutos más tarde lo escuché entrar y recostarse de nuevo.
Nada fuera de lo normal hasta que un leve sollozo ahogado por una almohada inundó el cuarto.
Él había esperado a que me durmiese para poder llorar, para dejar de fingir.
Me aproximé a él y le toque su pelo.

- ¿No dormías? - dijo sobresaltado

- Es evidente que no.

Él emitió una risita exageradamente forzada acompañada de un "oh" que, claramente, tenía como finalidad hacer como si lo de hace un momento no hubiese ocurrido nunca.
Eso me molestó un poco, es decir, conmigo nunca tendría que esconderse.

- Tsch, eres un estúpido - susurré casi que para mí - no vuelvas a hacerme esto.

- ¿Hacerte el qué? - preguntó desconcertado.

- Pretender que todo está bien cuando nada lo está. Conmigo no tienes... No tienes que fingir.

- La echo de menos - musitó.

- Lo sé.

Suspiré levemente y me envolví entre las mantas a su lado.
Tomé su mano tratando de calmarlo un poco.
Al final, todo esto hizo que ambos cayeramos por fin en un profundo sueño reparador.
Sabíamos que era un poco raro, pero siempre nos agradó dormir juntos, en el mismo espacio.
Daba un sentimiento de protección.
La mañana siguiente fue bonita y cargada de una calidez especial.
Julia, <<y>> y yo desayunamos juntos.
Después yo me mantuve al piano y él cantó canciones... En resumen, mágico.
Magia es la palabra que mejor define aquello. Parecíamos una familia, cosa que éramos en realidad pese a lo que muchos vecinos creían.
Una gran jornada... Lo único malo del día fue que terminó pronto.
Demasiado pronto para mi gusto.
Pero bueno, no todos los grandes momentos de esta vida son eternos.

1ª Forma : GraciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora