Vida en Tierra

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Alya llego en compañía de unas sirvientas para despertar a Marinette. Esta intento pararse, pero de nuevo el dolor la atacó. Como Alya no sabía nada, lo atribuyo a que después del supuesto naufragio y el estar todo el día anterior en cama, tenia las piernas entumecidas. Por suerte ella la ayudo a caminar.

-Vamos, tu puedes un pie después de otro, tómalo con calma.- Decía Alya

Cuando por fin Marinette domino su caminado, Alya eligió un vestido sencillo de color rosa con blanco y peino su hermoso y largo cabello negro en media cola.
Se miro al espejo. Estaba hermosa, aunque los vestidos no eran tan pesados bajo el agua, si pesaban un poco, pero no tanto como ella creía. El problema estaba, que aun no sabía caminar, dolía mucho. Por suerte Alya le dio unos zapatos de piso, color rosa pastel. Volvió a verse en el espejo, siembre le habían dicho que su mirada de inocencia contrastaba con lo atrevido y sensual color de su cola. Roja. Pero ahora con el color rosa, realmente se veía adorable, inocente y tierna.


Alya se sorprendió mucho se su porte, pues parecía el de una princesa, dejando de lado que aun era un poco torpe al caminar.

-Vamos, mostremosle a Adrien y Nino como quedaste.- Le dijo Alya entusiasmada, a pesar de llevar poco tiempo, le tomo cierto cariño a Marinette.

Bajaron al Gran Salón y ambos chicos observaron impresionados el radical cambio en aquella chica.

Pronto una presencia extra llego al Salón: era el rey Gabriel .

-Bien Adrien ¿Quién es esta jovencita?-Pregunto con seriedad

-La encontré en la playa, al parecer naufrago, pero desconozco de donde viene.- "y como se llama". Contesto Adrien.

-Ya veo.- Gabriel se puso ante Marinette con expresión seria. Los tres amigos estaban con los nervios a flor de piel, sobretodo Adrien. Marinette por su parte, no era la primera vez que estaba frente a alguien de la realeza (pero si un Rey de la tierra). Así que, controlando sus nervios, mantuvo un gran porte e hizo una elegante reverencia.

-Es muda.- Intervino Adrien.

-Entiendo. Alza la vista niña.- Ordenó. En cuanto sus ojos se cruzaron con los suyos, el rey pareció flaquear, pero se controlo antes de que los demás presentes lo notaran. Era hermosa, irradiaba calidez e inocencia, casi tanto como...como...su difunta esposa.

-De ahora en adelante, esta muchacha es mi invitada. Adrien, muestrale el palacio por favor.- Dicho esto el Rey se dio media vuelta y se fue.

Los tres amigos suspiraron aliviados, pues el rey no se caracterizaba especialmente por su hospitalidad a extraños.

Océano de Amor [MLB]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora