escapril 8, hometown

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Te he llamado hogar
desde el día que te conocí
porque no entiendo otra forma de decirte
que tus ojos dorados son los únicos
en los que no me aterroriza perderme
y que nunca,
nadie,
me ha abrazado los miedos tan fuerte como tú.

Te he odiado en secreto
y, a voces,
me he autoproclamado juez y verdugo
y te he exigido perdones por crímenes
que ni tú ni yo habíamos cometido.
He intentado arrancarte de mis pestañas
pero tú, que sabes hacerme querer,
me has cerrado los párpados con suavidad
y te has quedado a cuidarme los sueños.

Tú, cómplice de mis noches en vela
y mis días al sol.

Tú, que sabes quererme,
y nunca te has escapado de mi cama
aun sabiendo que,
cuando se vaya la luz,
seré la primera en marcharme con ella.

Algún día,
alguien,
que no serás tú
pero ojalá lo fuera,
me abrazará los miedos
y me enseñará a quedarme

y yo, caótica víctima
de mi complejo de nómada,
brindaré a nuestra salud cada septiembre,
te dedicaré todas las lágrimas de mi año nuevo y,
un 29 de abril de una vida cualquiera;
volveré para cerrarte los párpados,
besarte las canas,
desenredarte los cuentos del pelo
y cuidarte los sueños
hasta que vuelva la luz.

Porque si esta noche
me concedieras
cualquier deseo del mundo,

solo te pido
amanecer a tu vera
en la otra orilla del río.

los días no vividos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora