Tras cuarenta meses de encierro
replegado sobre sí mismo,
enjaulado como una fiera
sin más fuerza que la de voluntad,Cerebro se rinde al fin,
dejando caer sobre sus cadenas
de cartílago y acero
todo el peso de la ley
de la gravedad de la situación.Harto de marchitarse,
trata de atravesar
su cúpula a martillazos,
pero entre las grietas solo intuye
una realidad aún más seca,
disfrazada de fábula
tras una irritante pantalla rosa.Cerebro,
girasol hasta la médula
pero racional de vez en cuando,
aprendió hace mucho,
a base de ensayo y error,
que algunos colores
no están hechos para ély que hay otros,
un poquito más fuertes,
que no saben de corteza,
ni mucho menos de neuronas,
pero entienden como nadie
de colores bonitos
y sus ilógicas consecuencias.Por eso Cerebro,
sabio a su manera,
le cede el escenario
al siguiente lunático
y se abandona a su locura
sabiendo que,por mucho que se esconda
entre cristales
tintados de rosa,nunca será otra cosa
que puro nervio
y materia gris.