♦9♦

2.2K 220 30
                                    

Ugh, mí cabeza.

Desperté con un fuerte dolor en la cabeza y supuse que había caído de cabeza y por eso me dolía.

No tarde mucho en observar a mi alrededor a vikingos y dragones con un aura triste y en frente mío estaba el padre de Hipo que me miraba aún más triste.

¿Qué sucedió?

— Hay hijo, perdóname.

Fue entonces cuando me di cuenta que creían que Hipo había muerto.

Lo salvé.

Dije mientras habría mis alas mostrando a Hipo.

— ¡Hipo!

Dijo y se acercó más a alzarlo y poner su oreja en su pecho.

— ¡Ah! ¡Está vivo! ¡Lo trajiste con vida!

Pues claro...

Gritos de celebración de vikingos y dragones se empezaron a escuchar. Ya deben saber que él es el de la leyenda.

El padre de Hipo puso su mano en mi cabeza como caricia.

Me rindo.

Dije de broma mientras dejaba caer mi cabeza.

— Gracias, por salvar a mi hijo.

No me di cuenta de cuando el otro vikingo que me caía bien se acercó.

— Sí, bueno, la mayor parte.

El padre de Hipo y yo lo miramos mal, pero era cierto. Aún recuerdo como la pierna de Hipo quedó atorada entre la cola de la Muerte Roja y el aparato de mi cola. En ese momento desperté de mi ensoñación.

Me levanté de golpe tratando de pensar, ¿Cómo llevar a todos estos vikingos de vuelta a la isla y a Hipo?

— Oye, calma.

Astrid se acercó a mí.

— Mira.

Me giré y vi a los vikingos pidiendo la confianza de los dragones y ellos aceptando. Aún estando inconsciente, Hipo esta haciendo real la leyenda.

Todos los vikingos pedían instrucciones a los jóvenes que habían montado a los dragones que trajeron a Hipo, y claro que no tardaron mucho en subirse en ellos y alzar vuelo.

No noté cuando, pero Astrid se me acercó y extendió su mano pidiendo confianza. Claro que sí amiga. No dudé en aceptar y ella buscó al Nadder que había montado hace rato y se subió en ella.

Espero que sepas lo que haces.

La voz del padre de Hipo me sorprendió y vi le estaba entregando a Hipo.

— Tranquilo Estoico, mandaremos barcos para que los saquen de aquí.

Asique se llama Estoico.

— Bocón, ve con ella. Cuida de Hipo.

— Seguro jefe.

Y el que me caía bien se llama Bocón...

Una vez con Bocón arriba del Nadder, ella alzó el vuelo y me sorprendió que me tomara con sus patas.

¿Qué haces?

— Estoy llevando a tú humano también, no voy a dejarte aquí.

Eso me alegró. Me sorprendió ver a algunos vikingos en dragones siguiéndonos pero ahora eso no importa. Lo que importa es Hipo.

Cómo Entrenar A Tú DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora