CAPÍTULO 13

333 26 7
                                    

Dentro de aquella casa parecía que preparaban una mudanza exprés, aunque más que eso era una evacuación de emergencia. Los Anderson iban de arriba a abajo, y de allá para acá llevando solo lo necesario hasta su automóvil.

Mientras la pequeña Molly Anderson miraba todo desde la ventana de su habitación, el cielo rojo y cubierto con esa aura de tormenta que tan intrigada la tenía.

—Molly, cariño, es hora de irnos —enunció su agitado padre al llegar a su habitación, miró igualmente por la ventana y tembló, tomó a su pequeña en brazos y se dispuso a salir.

—¡Espera, Tedy se quedó! —Exclamó la niña al ver a su peluche sobre su cama.

—Luego vendremos por él —le dijo tras bajar las escaleras y salir hacia la calle. Afuera, todo era peor, el viento soplaba con fuerza, como si un tornado estuviese por llegar, la gente corría aterrorizada o abordaba sus autos con la intención de huir, justo como ellos.

Fred Anderson dejó a su pequeña en el asiento trasero y le colocó el cinturón, después llegó Susan, su madre, quien se sentó como copiloto, abrochó igualmente su cinturón y observó a su pequeña.

—¿Lista para irte, cariño?

—Dejé a Tedy en la cama...

—No te preocupes, cariño, ya luego...

Algo cayó justo en parabrisas de su automóvil, los Anderson miraron hacia arriba, escuchando claramente un alboroto sobre sus cabezas. Fred les indicó guardar silencio, pero no fue suficiente. Pues una siniestra mano humanoide atravesó el cristal y lo sacó del auto.

—¡Fred! —Clamó su desesperada esposa. Entonces aquella cosa la sacó a ella también.

La alzó frente a su rostro, era un ser espantoso, cuyas características morfológicas solo lo hacían lucir como un demonio biomecánico. La criatura le rugió, abrió de par en par su boca y trató de arrancarle la cabeza de una mordida, cuando una llamarada incineró por completo a la criatura, dejando caer a Susan hasta el suelo.

—¡Susan! —Su esposo llegó con ella y la abrazó con fuerza. Ambos miraron entonces a una chica que se alzaba frente a ellos.

—¿Se encuentran bien?

Ambos asintieron casi al unísono, un rugido sonó tras ella y la pareja gritó al ver otra de esas cosas volando contra Jannet Blood.
Pero la criatura fue frenada gracias a Pepper, quien la capturó con su energía y la aplastó contra el suelo. Fue entonces que los Anderson pudieron ver en todo su esplendor a Los Defensores.

—¡Debemos evacuar a esta gente! —Clamó Jack ante sus compañeros—. ¡Evan, tú y Quick asegúrense de guiar a todos fuera de aquí! ¡Los demás nos quedaremos a defender las calles!

Justo entonces las figuras de los Acorazados se plasmaron ante sus ojos, y no solo eso, sino que los guerreros alienígenas biomecánicos también.

Jack levantó unos autos y los arrojó contra los primeros, mientras que Jannet barrió la calle con las llamas que de sus manos emergían tal y como látigos infernales.

Pepper se impulsó con su Energía y cayó justo en medio de las líneas enemigas, lanzando a todos con fuerza. Uno de los Acorazados apuntó su láser principal y disparó. La Alterada creó una barrera que resistió el impacto, justo a tiempo para que Jack lo destrozara desde la distancia.
Gwen sacó dos bastones de Eskrima y rápido combatió contra los guerreros en la calle, aquellas criaturas eran finos y letales guerreros que utilizaban sus lanzas para disparar y como arma defensiva que fácilmente podían cortar a alguien por la mitad.

Cruzó sus bastones impidiendo así el impacto de la afilada cuchilla contra ella, lo alejó y le lanzó una patada que lo derribó. Jack corrió para ayudarla, lanzando a un buen grupo de los guerreros alienígenas con un impacto invisible. Seguían llegando, pero ellos no cedían.

ALTERADOS: Era de SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora