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Mis gritos parecían carecer de sonido, o por lo menos nadie parecía querer escucharlos.
Mi voz era un simple silencio que nadie tomaba en cuenta.
Mis palabras eran como unas simples gotas más en una tormenta.
Mis acciones: solo una burla.

Desperté de una terrible pesadilla completamente sobresaltado y sintiendo cómo casi se me salía el corazón.
Mi pecho dolía y mi cuerpo temblaba sin control.
Una pesadilla que se volvía recurrente y me estaba volviendo loco nuevamente sucedió.
Hace días no logro conciliar el sueño y algunas noches lo logro vagamente, sin embargo a penas caigo dormido comienza.
Me senté en la cama y me talle los ojos con las manos.
Volteé a ver al reloj de sobremesa y me percate de que eran las 4:54 a.m. así que mejor decidí comenzar mi día.
Estar en las mañaneras no es fácil.

Quédate en casa. (HLG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora