Capítulo nueve.

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El Jeep.

Margo seguía sin poder creer cómo habían terminado en aquella situación, en su cabeza pasaban miles de situaciones paranoicas de su padre decepcionado de ella e incluso gritándole por lo curiosa que era. Si él se enteraba de que su hija y su mejor amigo se encontraban en aquel lugar la mataría sin duda alguna, he incluso peor:

¡La mandaría a California con su madre!

Dave O'donell no podía enterarse de que su hija estaba retenida en su lugar de trabajo.

Sí, en el departamento de policías.

Escuchó un suspiro al lado suyo y cómo pudo miró el cuerpo de Dylan que estaba apoyado en la pared blanca del enorme lugar, uno de los pocos rizos que se le hacía caía justo en su frente mientras su mirada observaba al oficial que estaba hablando por teléfono mientras sus ojos estaban fijamente al par de adolescentes con u rostro de desaprobación.

—Maldición, tengo hambre —se quejó el mayor mientras trataba de acomodarse su cabello con la única mano disponible que tenía.

—Oh, no te quejes —respondió la menor bastante frustrada en aquel momento.

Y por si lo preguntan, sí, estaba en sus días y las puñaladas que sentía en la parte baja de su abdomen no ayudaban para nada con su estado de ánimo.

Margo suspiró:— Fue tu idea ir hacia aquel lugar.

—¡Yo no sabía de el cuerpo de oficiales y el Agente Brayn iban a estar ahí! —se defendió mientras que en un movimiento brusco de declararse inocente, hizo que su muñeca se pusiera roja del dolor que estaba causando la esposa que tenía en su mano derecha atada junto con una de las patas de la silla en la que estaban sentados.— ¡No soy un maldito adivinador del futuro!

—Pues sí Dylan, estaban todos ellos —exclamó la menor— Si mi padre me hubiera visto... ¡Me mataría! ¡He incluso a ti!

—¡Ya lo sé! ¡No soy estúpido! —contestó— Ahora cálmate, que cuando viene tu amigo del mes estás muy histérica. —y eso fue la gota que rebasó el vaso para que Margo perdiera todas sus casillas, iba a matarlo.

—Idiota —respondió la menor tratando de no perder la calma. Suspiró.

—Oye, tranquila...—dijo el mayor mientras trataba de arreglarse su cabello— No te hagas mala sangre —bromeó y entonces los ojos verdes de la menor lo observaron totalmente enojada.

—¡Eres un...! —la menor trató de golpearlo pero un grito hizo que ambos se contuvieran.

—¡Callense! —intervino el oficial Johnson, mano derecha del agente Brayn quien los estaba vigilando ante cualquier circunstancia.

Cómo si pudieran escaparse cuando ambos estaban atados en las patas de una silla. Ademas, sus muñecas dolían como el infierno.

—Estúpido —susurró Dylan mientras soltaba un suspiro y así después sus ojos chocolate observaran a Margo.— Cómo sea, lo que tendríamos que estar hablando ahora es lo encontramos en el....—el mayor no pudo terminar su frase ya que las dos puertas cristalinas del departamento de policías se abrieron de repente captando la atención de la mayoría de los presentes.

Venían dos oficiales agarrando a un joven que tenía las manos esposadas detrás suyo, su cabellera era de un color castaño, su ropa estaba algo maltratada, mientras su cabeza se encontraba cabizbaja y daba pasos torpes ya que básicamente lo estaban llevando a rastras hacia aquel lugar, Dylan y Margo se habían callado de repente para observar la escena que tenían justo en frente de ellos.

La desaparación de Melody Marshall © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora